Marqué el número y colgué antes del primer timbre. El nervio de sólo escuchar el bi ip y saber que alguien en otro sitio se dirige hacia el teléfono me tensa: se atiende de manera inmediata el llamado, con el yo contesto en la boca, la familia entera se enfrasca en una carrera por levantar el auricular. Y así con todo sólo escuchas bi ip. Y crees que pudiera ser ella quien levante el teléfono, o su madre. Si es su madre tendré que pensar un nombre, saludar, preguntar su día o hablar del clima, pero y si fuera su padre, no él no esta. Pero imagina cuántas personas no están la mitad de su vida corriendo hacia el teléfono o bebiendo ese desca- fé aguado, fumando tabacos light, corriendo, mirando el móvil, o azotándote la cruda para venderte una tarjeta de crédito. Como si mi hambre fuese la que no se alimenta de las letras, y tuviera monedas o billetes o cheques. Y esa mañana de nuevo el timbre y la tarjeta. Y recuerdo que no cuidé mis labios de tu dolor que me incita a apilar versos en tu piel roída, ojos brillantes y sonrisa chueca. No, no me cuidé de lo que otros en su ignorancia llaman enfermedad; al menos no esa vez que estuvimos juntas. Ella era en mí, yo en ella: por eso la sentí tan cerca con la sal, los borbotones gruesos de su cuerpo, su fluidez por mis dedos, mis labios, mi nariz en su olor dulce mojándome de la quijada hasta el cuello. Y yo pensé que era amor o igual carne, en la simetría perfecta me supiste. Y tanta rabia me dio ese escandaloso timbre chillón, interrumpiendo mi contemplación de niña hacia ti, pero pensar que si marco otra vez y cuelgo puede ser ella. Cuando usas teléfono es como si hablaras directo al oído, colocándote exactamente justo en sus fibras sensibles, un poco inclinado y con el tono de voz perfecto. Marcaré. Podría ser que ella me conteste, o mejor aguardo y puede que llame.
1 comentario:
Yo el otro dia fui a Santa Eulalia y me salio un alacran del tamaño de un cooker spaniel, lo juro...
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