Allí donde hurgas no hay mas pan viejo, se lo ha llevado el ritmo, con esperanza de saciar a la luna. Si supieras cuán amargo acento tienen las estrellas cuando se engripan. Hablan torpe, y se encogen con una decadencia digna de cualquier pesimista. Quejido, bramido, eso que sale de vuestra boca no es dolencia, ni esperanza; es la sutil conformidad que tanto detesto.
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