jueves, junio 12, 2008

Mi primer artículo en La Jornada.


Mientras disfrutaba el agradable clima de 40 grados a la sombra en una manifestación afuera de Conagua, se me acercó el Solís, un barzonista que la verdad me cae rete bien porque siempre tiene un chingo de porcentajes interesantes del maíz, el frijol, la lluvia, la avena, los cortes de luz y por supuesto de los subsidios del Jelipín.

Es un honor raro estar con esas gentes en sus mítines. Traen verdades, huelen a sudor y a tierra, uno no tiene que preocuparse por echarse un tabaco durante la entrevista o tomarles la foto nice como a los diputados. Ellos traen el campo escondido abajo de la camisa, el sombrero doblado de las orillas por tanto sol; te explican con las manos curtidas y el rostro lleno de historia.

Total hablaba del barzonista. Pues que llega y que me dice: gracias por sacar en tu periódico la nota del maíz y aparte mandarla a La Jornada, la vi desde las seis cuando leo el periódico virtual.

Y que le digo, ah si estuvo muy buena la entrevista. ¿Qué cómo dice? Ya estaba yo atarantándome con el calor que se siente a unos 55 grados al coraje cuando me explica y nos guachamos en la compu que plagiaron mi nota.

Mira nomás Solis, le dije. Es la primera vez que publican algo mío en un nacional. Lástima que en el camino seguro se les cayeron un montón de renglones y mi nombre. Ni hablar, me dijo él mientras me daba unas palmadillas de esas que dan los papás a sus chamacos cuando se les nota la decepción.

Pues si, uno no sabe ni para quién trabaja. Y nos quedamos el Solís y yo allí afuera de la Conagua esperando al director para oir su montón de mentiras. Sentaditos a la sombra nos quedamos sin hablar, con un cono de papel lleno de agua tibia.

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