No sé qué andaba buscando. Un sabor a limón, un micromomento de esos que te hacen suspirar. Quizá, deseaba sentir trompitas de caracol en la panza. O verme correteada por un grupo de bandidos tiburones. No. Eso último no. Ahora que lo pienso, mi mente miente. En ese sueño era un pez y nada más. Aleteando... Nadando cuando el amarillísimo sol se filtra por el hilo que nos divide de su mundo. Fue así, sin rodeos ni razón: mi colchón, el ancho mar.
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