jueves, junio 25, 2009

.Embarazo senil.


Donde el cuerpo limita,

la mente da plena existencia al hombre


Desde que la esquizofrenia viene rasgándole se reinventa crónicamente, vive caóticas realidades alternas, episodios románticos, sinopsis de películas viejas mezclados con anhelos no realizados, conflictos no solucionados. Tiene casi ochenta años con el mismo cuerpo, cinco hijos y un marido que también cree que Pedro Infante y Tin Tan siguen vivos, filmando. Menú diario: avena, películas en blanco y negro, sedantes, pastillas varias a las ocho, nueve, diez, once, doce horas, y así sucesivamente. Esta vez es jueves, y la abuela vive más aprisa o más lento, otra vez pasea en olas que un día no la devolverán a tierra sicológicamente aprobada.


Doña Bertha, mi querida vieja, está en el sillón con las manos anudadas sobre el regazo, sus ojos delatan llanto fresco. Abuela, ¿qué sucede? Ay hija, estoy preocupada. ¿Pasó algo? No puedo decirte. La enfermera se apresura a saludarme y me comunica que desde temprano ha estado callada, no quiso ver televisión ni comer galletas. A ver Bertha, cuéntame. No. Bueno, si no puedes decirme ¿existe algo en lo que pueda ayudarte? No, nada más que me torció la marrana. ¿La ma rra na…? Ay hija, no se puede ir contra lo que Dios manda. ¿Y qué ha mandado Dios? Las arrugas obscurecen alrededor de su boca, agacha la mirada, se turba y sin dejar de moverse se acerca diciendo en voz queda: creo que estoy em-ba-razada. Nanosegundo vomitivo eternidad atorada en conato de risa-tos que sale por mi pecho, me pongo roja, morada, amarilla, la abrazo, toso, le digo que no se preocupe, que nosotros ya sabríamos. ¿Y tú que vas a saber de mi cuerpo? ¡si yo toda mi vida he sido exacta! Está molesta. Busco palabras consoladoras, no vale la pena tratar de convencerla de su edad o imposibilidades físicas, ahora se sabe mujer fértil casi embarazada. No abuela, mira, ayer fuimos al doctor y dijo que estabas bien, nada de embarazo, no habrá bebés y si no has tenido tu regla es por el estrés de la casa, deja te preparo un té. Y entre que su historia me da risa, intento controlarme, puedo terminar a iguales, me levanto, respiro intermedio shock, fuera bilis, paciencia, y recuerdo que no he visto a Don Joaquín. Abueelooo ¿dónde estás? Paso a su habitación, está sentado al pie de la cama puchero en mano, inclinado. ¿Qué pasa Joaquín? Nada, estoy molesto. ¿Y eso? Pueees, alza la voz entrecortada con un dejo de quiero oírme tranquilo pero me está llevando la chingada, Doña Bertha dice que está embarazada y yo, ¡óyeme bien! te lo digo una vez nada más ¡yo no la he tocado! ¡y no quiero verla! Cansado, triste, con tierna virginidad senil se soba la nuca, llora, me quedo muda apoyándo mi mano sobre su hombro, callada, muda, sin habla, sin voz, sin sonido, muda en inesperado jueves de cuide a su abuelo, lleve paranoias al 2x1, los quiero, estoy quieta, respirando hondo, suplicando pretextos que les levanten el ánimo, ansiando la hora que no llega para sacar tres tafil de la caja. Mañana habremos olvidado el caos.


2 comentarios:

Alexandro dijo...

No vaya a ser que luego si sea cierto, jejeje. Muy buen texto.

Cordiales saludos.

. dijo...

Hola, srta. Nina. Me dieron muchas ganas de leerle y por eso me encuentro aquí, balbuceando con los dedos un saludo y una felicitación (o comentario empático, yo no sé) por estas letras en las que se anexa mi comentario.
La quiero. Un beso.

Chuy.