Bar Tres Gallos, otra vez. Apenas lo vi me sedujo, fue como inesperado alucín de nomás le di un jalón y mira cómo me puse. El vato se veía tan loco que cuando pensé en ir al wáter no sabía si darle vuelta o aprovechar su borrachera para zamparle un beso, bajarle una morralla pa´otro pisto; porque una cosa es ser fachosa empedernida y otra los wiskis nais que no completo cuando me hundo en la jarra. Total que me levanto, Roberto grita que deje los cigarros, Martha le mete la lengua a un wey de vaqueras y yo que pensé en darle vuelta y besos y lana me tropiezo con una silla para ir a parar a los brazos del extravagante moreno. Sa bro so… no me gusta ese adjetivo pero ay qué bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas, son negros... y seguro tienes unas manías igual de oscuras por como apretaste mi cintura pa´ salvarme del chingazo. ¿Psss qué pasooo? ¿ta´ bien la chula? me agarrrra, me cuenta las costillas, los dientes, y reconstruye mi virginidad con su aliento a borrachote. ¿Nos echamos otra pa´l susto? Pues va. Tráigale lo que pida y entre el va y viene ya son cinco caballos los que galopan dentro de mi cuerpo, amenazan con salir desbocados en forma de vómito o sexo re-re-editable, osea alternas rostros y recuerdos al tor-són de sus caderas. ¡Los Cigarros Jaan! ese Roberto puto que no sabe cuando uno tiene la choya ocupada en el negocio y la baba mojándome desde la lengua hasta el culo. ¡Aviéntalooos! me cae de a madres que es la última vez que lo cargo, si nomás falta buscar otro joto que nos presente con la alta alcurnia de sus contaitos pa´ seguir vendiendo nuestros bisnes y los del Alejandro que ahora recuerdo no le llamé. Andaba rete triste porque robaron su morral con la revista que acababa de imprimir y nuestros poemas… ¡Poemas! Ja-ja-ja se burla a cada rato mi progenitor mientras junta las pelusas de su ombligote, yo cierro la puerta para no oir que hasta su cagada tiene más forma que mis versos, ¡ay moreno, chulo!, ¿pero tú no eres así verdá? me revuelvo entre el neón y el rechazo de mi padre, ya me acuerdo porque de a ratos pienso que no me gustan los baris: andan siempre achacándonos nuestros defectos, ay viajadota, les hablas tantito de algo real y bostezan… te sueltan sin preguntar cómo estás, no han de saber tu segundo nombre pero qué tal cuántos lunares entre cuello y nalga, se nota que no te cuestan las cosas, dicen si pierdes algo “valioso”, si tú no estabas allí, no sabes si lloré o ¿qué se supone debo hacer cuando el ratón ya torció?; además al fin es materia y me encanta pensar que soy poeta, como hoy que mejor me llevo estos ojos al colchón pa´ contar los resortes uno por uno y luego olvidar el número, porque claro, estaba clavada en otra cosa. Percibo un torrente inundándome cada recoveco, hasta me dan ganas de sentir y mañana al recordar volver a sentir, así como cuando dices ¡me enamoré! sin éxtasis ni nada, ¡a la antigüita!, con besos, miraditas, recaditos... debí llamarle a Alejandro, ¿dónde andará? ¿por qué no me marca? yo todavía pienso en él, los paseos de la Liber a Coyoacán, sus tacos a plena madrugada, si viera cuánto lo amo, así me caigo de a madres de chingonota tenía que llorar la última vez. vodka, wiski, chela, me echaré otro después de éste pa´ poder empinarme al moreno un rato, ponerle cara de Alejandro y con suerte escribir algo. |
domingo, marzo 01, 2009
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