...
No podía haberme sentido más incitada para conducirme de la manera más natural: lasciva y enardecida. Ese fondo rencor que en ocasiones me habla y con quien por ciento me gusta tanto hablar, también está desarrollado en mí como parte de mi espíritu. Siento como ilumina mi cerebro y vuelve los recuerdos vanos en imágenes lógicas que me dicen quién soy en verdad.
Tomaré cualquier reconfortante para las múltiples violaciones que me han hecho, e incluso aquellas donde llegué a cooperar. Estaré dispuesta a volver a parir todo lo que permití que se llevarán de mí cuando aún estaba en flor, cuando era una hierba por excelencia que prometía crecer dentro del mejor clima.
Embriagaré tu afecto y lo convertiré en necesidad. Tendrás un cáliz con el vino de consagrar que corre por mis venas, y si en alguna noche de invierno vuelves a cantar otra vez, sentirás mi presencia, una onda calándote a gritos diciéndote que yo ya partí.
La felicidad contenida en ti será una procesión con cuernos y trompetas, donde la gente baile con la vejiga inflamada dentro de una red húmeda, una cadena los hará rechazar el desorden, comprando quizá humos azulados, llamas, cuerpos. Todo arderá durante un instante, antes de que te inclines para reconocer tu espejo.
Y no te maldigo, sería sencillo. Te denomino: AMOR.
Tomaré cualquier reconfortante para las múltiples violaciones que me han hecho, e incluso aquellas donde llegué a cooperar. Estaré dispuesta a volver a parir todo lo que permití que se llevarán de mí cuando aún estaba en flor, cuando era una hierba por excelencia que prometía crecer dentro del mejor clima.
Embriagaré tu afecto y lo convertiré en necesidad. Tendrás un cáliz con el vino de consagrar que corre por mis venas, y si en alguna noche de invierno vuelves a cantar otra vez, sentirás mi presencia, una onda calándote a gritos diciéndote que yo ya partí.
La felicidad contenida en ti será una procesión con cuernos y trompetas, donde la gente baile con la vejiga inflamada dentro de una red húmeda, una cadena los hará rechazar el desorden, comprando quizá humos azulados, llamas, cuerpos. Todo arderá durante un instante, antes de que te inclines para reconocer tu espejo.
Y no te maldigo, sería sencillo. Te denomino: AMOR.
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