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Los ataques de asco, decepción y rabia me volvieron a punzar el estómago, la cabeza y sobre todo la existencia: no mi existencia, la de los demás. Odio, detesto, y cómo quisiera guacarear a tanta gente mierda nada más para que oliera más pinchi culero y se volviera un cultivo de donde salieran gusanos con vida propia que crecieran por comer tanta mierda y luego se los comieran a ellos, y los cagaran de forma cíclica hasta que la muerte del gusano o del sujeto en cuestión los separe.
Eso de quejarse viene de nacimiento, hasta se llega a apreciar porque no es algo asqueroso como un granote de esos con los que naces y luego te andas operando, una de esas verrugas o mamadas feas. Es más del carácter y eso nunca se detesta de uno mismo.
Puff, hoy el día gede a puros demás que me hinchan la tentación de colgarles unos alfileritos en los ojos, y en las cabezas de los alfileritos unos mini dildos que vibren para que les machaquen sus pinches niñas hasta que se les acaben las pilas -a los dildos-. Cómo detesto a la gente gente gente gente; ¿será que no había tenido tiempo de quejarme entre tanta escuela y trabajo de este pinchi mundo –que igual ya extrañaba-?
Me enerva que me digan hermosa, y que le digan así mismo a la mujer de su vida; me enerva que vigilen lo que hago y anden cagándomela bien culero; me enerva que se hagan los pinchis somos amigos y se muerdan el culo con los dientes, me enerva darme cuenta de que alguien que juró amarme, ama a alguien más exactamente con los mismos pinchis patrones, arghh me asqueo hasta de mí, y arghh que ascote: me enerva la gente que ama por necesidad; los que cogen no me enervan. Y pues, bleh.. ya no estoy como que tan empinchada, voy a hacer algo de cena para el gato.
Buenas noches.