Enronquece el cuervo que grazna anunciando la entrada fatal de un hombre en mis murallas. ¡Vengan, espíritus que ayudan a los pensamientos asesinos, despòjenme de mi sexo, y de arriba abajo infíltrenme la crueldad más implacable! Préstenme sangre fría, detengan el paso al remordimiento para que ni un solo punto de tristeza agite mi propósito sanguinario ni evite su realización. ¡Socórranme, ustedes los ministros del crimen, dondequiera que en su invisible esencia se encuentren esperando la perversidad y transformen en hiel la leche de mis senos de mujer! Ven, negra noche, y envuélvete como en sudario con el humo infernal más denso, para que mi violento puñal no vea las heridas que causa, ni el cielo observe a través del manto de las tinieblas y me grite: “¡Detente, detente!”
3 comentarios:
un bog exqusito visualmente. buenas palabras. saludos
Halo.
Delicioso.
un placer haberlas complacido.
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