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Cerró los ojos dejando ver en sus pàrpados dos enormes chapas, una a igual distancia de la otra: oxidadas, descarapeladas, pesadas. Dentro, el infinito se desmorona. Abundan migajas roedoras con seis patas, gusanos de trapo, anhelos, pies de papel, monstruos fugaces, arañas rosas.
El infinito está sin haber empezado nunca dentro de sus ojos negros. Es una implosión de presente, pasado y futuro en el mismo instante. Sé cuánto teme recorrerlo, pisar donde la voz se oye pero no habla, donde la imaginación es razón y el mundo humano un queso rancio. Aún asì, temiendo, en ocasiones sonríe. Suelta suspiros al enredarse viento húmedo al cuello, calza almendras y gira los tonos; transforma el destino, convierte helado de limón en vapor cereza. Es bella ahí donde es parte del todo, donde el todo es su parte. Deja de ser nada para ser flor, ave, grito, sendero, una cantimplora vacía. Yo no temo, tú no temas tampoco. Quizá el infinito sea ser y estar jamás, pero siempre dormido.
2 comentarios:
wau.
dormido no, pero sí contigo, que ese sea mi infinito
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