miércoles, agosto 05, 2009

.Èl es como un infomercial.



Lo miro cual infomercial con mi whisky en mano: sin ímpetu de levantarme por el control remoto o tenerlo en casa. El Futuro Literato debe encontrarse con La Plástica, dice. Para mí solamente se ha atascado manos y culo en mujeres fisher price, dildos tupperware. En décadas anteriores hallábamos bases en la filosofía, mixeábamos (así dijo y en quinta persona) con historia y ficción, ¡pero el éxito está en La Plástica! Sí, su paraíso no es más que una cloaca repleta de tetas negras chupadas, zombi retardado te sorbieron el pito y ahora te vienes encima de pura novela contemporánea. Me zumba verlo en mi cocina, no puedo evitar la comezón en la nuca, apago y prendo mi encendedor, lo apago, lo prendo, lo mantengo encendido mientras comienza a arderme el pulgar. Lleva dos horas centrado en el mismo tema: La Plástica: Ninguno. Ojalá Dios apareciera y dijera: Hijo, he aquí verdad, vida y literatura. He aquí yo, yo soy literatura. Entonces se lo llevaría arrastrando y una procesión alegre de gusanos restablecería el orden natural, no me molestaría entonces tenerlo en casa. Porque hay una mujer que escribe en los museos, recalca por tercera vez. ¿Cómo no paga su boleto de trolebús y se larga a visitar museos? No digo nada. Me visualizo fastidiadísima a poca luz, sentada en el calabozo de Miguel Hidalgo, terminando mi cuento con un ejército trigarantemente pálido, que usa escapularios y paliacates rojos.


Sigue hablando, devorando noche y agua mineral. Vendría bien salir a la tienda, con él, para perderlo. Junto a la puerta está Cecil, medio dormida, oliendo Fahrenheit 451. Su nueva técnica aleatoria de lectura consiste en hojear al azar hasta terminar con cada página: el orden de los factores no altera el producto. Habrá que ver. Lleva tres semanas sin poder dar con las 174. Allí viene otra vez, sí La Plástica, la página con muchas efes al inicio de donde toma fotografías y se inspira. ffffound. Yo quise hacer como Cécil, pero mi mamá me regaló el Misal Católico, ¡versión religiosa de un cuento para cada día! me gusta. ¡Necesitamos conocer pintores! Válgame el cielo, sí, y de paso darle paro a ésta cocina. Mira la humedad arriba del refri, parece respirar, reventará y caerá una enorme gorda, lonjas versus congelador, no, mejor contra él, una caída libre le sacará dos tres dientes que rebotarán en mi pie y sirve se los ofrezco al ratón. A ver si con lo que deja alcanzo para la renta, para tener guaruras y evitar éstos meandros, para comprarle un oso gigante, más que el de Borat, a Manuel, u otro refri menos chillón. Recuerdo una caricatura donde un pingüino pequeñitito apagaba y prendía la luz del refrigerador cada que era necesario. Si Dios está en todas partes debería encargarse de esa tarea. Aunque si fuera cierto… ¿O no sientes que traes las ganas de escribir por dentro? ¡Allí me para éste idiota faldero! Si yo por dentro nomás siento ganas de coger y matar, o viceversa. ¡Llévatelo señor! Una cosa es escucharlo y otra encima tener que responder. Deberías tú Dios, ser visible, venir desde el principio como la nariz o las orejas, al menos podemos tocarlas, sentirlas, acariciarlas, lamerlas. Según los últimos estudios de la universidad. Ay ay ay… Pero no, tenías que ponerte mamón, como éste wey, por eso te crucificaron cuando viniste y yo sin un clavo. Qué digo, ando de mal en peor, primero hablando con éste pendejo y ahora contigo. Aunque tienes comprensiones más elevadas hacia mí que yo. Dios, Yahvé ¡en todas partes! con miles de micrófonos ocultos, quizá de allí deriven mis paranoias, serías gobierno nazi, el sicólogo puede saberlo y me hace pagar años para después decirme, su problema definitivamente es Dios, específicamente, un tal Padre, Hijo y Espìritu Santo. Desvarìo, reconozco que, si estuvieras en todas partes, así lo que se dice omnipresente, señor monopolizador de lugares y tiempos y dimensiones y programas, serías Mr. Twitter, Mr. Facebook. Las alarmas de los carros sonarían incesantemente, los excusados del cine correrían día y noche, los focos que prenden automáticamente nunca se apagarían, y por supuesto, wall mart tendría siempre las puertas automáticas abiertas. No te digo, no andas en cada rincón. Èl lo prometió donde hay dos o tres. Falso. Silencio externo, la estática soy yo, años echados a la basura por el clin clin, que suena cada vez que alguien entra a una tienda y no suena siempre porque Dios, no está. Ni una oreja celestial o terrenal para mí y el plástico. Mejor me tomo uno directo, sin agua. Salud.