lunes, mayo 11, 2009

Anfibio



Te veo venir con las manos preñadas y un listón sujetándote los ojos hacia atrás: achinados. Vestida de pájaro azul, nada más, me decido por la estrategia del equilibrio electrolítico, como la primera vez, en tiempo de lluvias constantes.

Te acercas a mi isla invadida y justo en el hueco de mi pecho colocas una flor polarizada. No, no estoy rota, es por el aire, y ríes con los ojos locos que tanto me gustan.

Anfibio, llegaste a bordo de un ojo fatigado.

Nuestros pies se desnudan mientras el zumo de las paredes escapa en forma de grito por la chimenea.

Es verde
el refugio de los hambrientos.

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