viernes, marzo 27, 2009





Amanecí por costumbre, otra vez
reverenciando la obvia sucesión del tiempo.
Sola, con ojos de perro
desperté lamiendo banquetas
rasguñando basureros, besando múltiples
pupilas vacías de mí.

Amanecí contra mi voluntad
por tradición, sola
ansiando unos labios de tisis, un abrazo leproso,
un prodigioso cañón que consiga cogerme y venirse
venirse venirse, hasta mi muerte.

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