lunes, agosto 18, 2008

Los hombres y los cigarros.

Subió las escaleras de dos en dos, se detuvo frente a la puerta del departamento y sacó la llave entre un jadeo que le supo a los cigarros del mes. Debo dejar de fumar un poco, o cambiar mi vicio por otro menos desgastante que me deje respirar.

Al día siguiente se levantó, lo miró (a él) y mientras encendía un cigarrillo marchó echando humaredas.

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