miércoles, agosto 20, 2008

Del gato a la zeta

El gato dejó de lamerse bajo el techo de lámina cuando la vio salir con su vestido de siempre y sus tenis viejos. La niña alérgica a los calcetines se dirige a la escuela. La niña… la mujer de veinte con cuerpo de infante, sonrisa burlona y mente perspicaz. Un azul brilla con el sol, el pelaje del gato se ilumina mientras sale del tejaban, se estira, maulla, vuelve a maullar mientras se echa al concreto para seguirla con la mirada.

Si fuera por ella permanecería siempre bajo la protección que brinda tener la figura de una niña, no hay que pedir perdón ni coquetear, el infantilismo es virtud para quien desea pasar desapercibida y ser consentida por los mayores y los de su edad.

El gato retuerce su cuello y la sigue, bajo el brazo (ella) lleva un libro de hojas viejas y letras sueltas que caen de una en una, algunas permanecen inertes sobre el pavimento, otras flotan con el aire ligero y se enmarañan en sus cabellos negros.

Las a´s inundan el patio, mientras la y la efe se enredan entre sus pies. Ese, equis, te, ere, che, jota, ele… con delicadeza se quita una eme de los ojos, y vuelve a ver al gato que lame una zeta y avisa el final de este relato.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

clap clap!
felicidades churida, este relato esta rete chido, de volada a escribir cuentos! o que? te da miedo?
un beso de mazapan y unas tiritas de efes aaderezadas con eñes para el desayuno, un abrazo y este amor que tanto te tengo, auuuuuch!

Anónimo dijo...

pasandole, llevandole.

Jan dijo...

Luis: auuuch!! jojojojo los cuentos son shidos, pero prefiero escribir nuestra tercera temporada, jojojo ¿qué decís? ¿o apenas es la segunda?

káfe:como no se va enviándole a la Jané una novela que si bien recuerdo estaba muy empezada, casi terminada :)