martes, julio 24, 2007

Patrañas Y Cìclopes
En el bazar de Uruguay vivió un cíclope vendedor de libros. Solía decir mientras miraba fijo con su ojote verde: la muerte existe, ha sido fotografiada por las manos de una mujer que nunca está, pero que adentro estaba, sin saber por dónde pero queriendo estar siempre allí. Y nadie entendía al rechoncho cíclope, sólo contemplaban con morbo su oclayo, sus espesas lagañas entrelazadas, algunas costrosas iban del miel al verde, jugosas, apretujadas, duras, agusanadas. Su parpadeo semejante al aletazo de las magistrales aves despedía un olor pútrido, infecto, difícil de olvidar. Y así parló ante la incrédula nariz de cualquier oyente: la muerte, esa a la que hacen altares y temen, esa flacucha terca de dientes amarillos, la muerte, habitada por nadie, seducida por todos, la que se recuesta en la montaña, siempre hambrienta, siempre saciada, la que come y caga orgullosa, mitad furiosa, mitad justa, la que se va de uno a otro sin remordimiento, tan poderosa como la duda, entristecida de ser siempre tan fea y barata como lo sagrado, lo religioso, lo metafísico. Así decía, parecía cantar en medio de tanta hoja vieja el cíclope apestoso y nadie le creía, hasta que esa la muerte, se les presentaba tan penetrante como el amor.
patrañas!
si yo fuera un mossztro...
jajajjaja, nee.

lunes, julio 23, 2007

Can you see them?
Ahí están, vomitando flores en mi pared.




Petunias, Adelfas, Alcatraces, Clavelinas… no quiero especular qué pasará si Rubino comienza a guacarear naranjos. Los olores son bruscos, pringosos, entran por nariz, piel, y se quedan, no salen. Ademàs ahora resulta que me culpan a mí de su existencia y de su permanencia en la casa. Yo no los traje, ellos solitos se arremolinaron junto a la ventana hasta que la dejé abierta y entonces entraron de a uno en uno. Vomitan, se alzan, dan unas marometotas y de vez en vez un refinado eructo frutal.
Hace dos semanas compré veinte kilos de frambuesa, los puse en el patio, dice mi madre que eso los atrajo. Si hubieras llorado, si hubieras pensado uvas en lugar de frambuesas, pero quién se preocupa ya de pensar? Yo detesto salar el piso, y las uvas me sacan ronchas verdes. Además son amigables, corteses y algunos hasta bien parecidos, son veinte, quince, dos, tres, juegan a cosas que no sé, ya no quiero verles ni escucharles ni sentir sus putrefactas fragancias, ¿cómo correrlos? ¿detergente? ¿pimienta? ¿chocolate? ¿prozac? ellos son más que eso, son más que existencia, de esa que nunca me deja en paz.

martes, julio 17, 2007

Etherberto


Etherberto no era un conejo. ni una coneja. Era liebre. Se fue... tuvo que marchar al rancho, se fue... espero Ether forniques con una linda hembra y se reproduzcan hasta el fin de sus dìas. Un placer recibir tus arañazos, mordidas y comprensiòn. Cuìdate Tìo.

Parimosa.

miércoles, julio 11, 2007

PARMUA
Marchels dice.. escribe ocho cosas de ti.



Vale pues, intento concentrarme para que no sean ocho quejas.

1. Sublime amor es el chocolate. yom yom ^ ^ Con un poco menos de fanatismo pero también con harto cariño disfruto una tacita de café y un tabaco. Jamás despreciaré unas buenas enchiladas o chilaquiles.

2. Me caga masticar, me da una webísima enorme.

3. Estuve en escuela de monjas hasta los 13 años. Tenìa clases de Educaciòn en la Fe y todo el pedo.

4. Mi mayor temor es que me internen en un manicomio. A la fecha he tenido dos siquiatras, un neuròlogo y seis sicòlogos.

5. Duermo con una almohada que se llama Tata. Me la regaló mi abuela al nacer y desde entonces compartimos noche: veinte años.

6. No creo en la trascendencia espiritual, aun así tengo un convenio con mi madre: asisto todos los domingos a misa.

7. De chamaca quise ser actriz – teatro-, gitana, titiritera o trabajar en un circo.

8. Una que otra voz me dice mariposa… y me la creo.

9. Si algo detesto son las promesas, NUNCA dejo que nadie me prometa nada. Sea quien sea.

ya me pasè, bueno la ùltima: no soy tan amargada como parece, la vida ta churida pero sabrosa. Y sí, también me he enamorao, me cago en el amor.


quejas o sugerencias, a la verga.