En ocasiones extraño algún personaje de novela y me cuestiono acerca de su vida aunque por razón sé, continua en el mismo sitio y en las mismas condiciones desde nuestro último encuentro. Añoro saber de ellos, me provocaría gusto leer un whatsapp de Nakata, contándome que despertó luego de siete semanas de sueño, sorprendido porque dejó la ventana abierta y un grupo de golondrinas construyó un nido en la sala, ¡cortaron la luz y el agua! Respondería entonces a Nakata que puede venir conmigo y le contaría: en un intento de imitación, dormí esta tarde tres horas seguidas, siesta inusual, sin embargo necesaria, Nakata seguiría diciendo que no soy como él sino como las bellas durmientes del cuento donde narcotizadas son admiradas mientras duermen; lo diría no por mi belleza sino porque la imaginación a veces está de mi lado y bueno, soy quien dirige la conversación.
Me pregunto qué sucedería con Mamasita, una mujer enorme, vivía en Mango Street, estaba triste porque su hijo, el nené, empezó a hablar inglés y cantaba un comercial de Pepsi. Si la encontrara en plena calle, en el súper, le aconsejaría no preocuparse y en su lugar, enseñar a nené cómo hablar español, aunque para el caso mi problema no radica en tratarse de un personaje de novela, de no serlo, estaríamos a kilómetros de distancia, Mamasita vive en otro país, cruzando la frontera con los gringos.
¿Y Sumire? espero la encontraran viva, desconfío de su suicidio, a mi parecer se esfumó, valiente, mimetizándose. ¿Y el Jabalí elegante observando su reflejo en el lago? seguro anda en alguna cena, lo sabría por facebook por supuesto, correspondido por la niña quien a estas fechas debe ser una mujer adulta. No. Seguirá siendo una niña, es el eterno retorno de los cuentos y las novelas... amigos y seres que siempre estarán siendo.