Rita es gitana y lee las manos ajenas, se cubre la cabeza con un chal por donde asoman sus inmensas arracadas de plata. En la colonia las señoras dicen que Rita es mala influencia y que bajo su falda oculta hogazas de pan y ropa, tomadas de las tiendas. Rita tiene los pies mugrosos y negros, mugrosos como la conciencia de quienes la acusan sin pruebas y negros como sus ojos. Rita viene cada domingo con la gente del Mercado, me lee la mano si lo pido de favor y le obsequio alguna comida de entre semana: quedes. A Rita le gustan los quedes con carne de res o pescado, no come puerco ni calabacitas. En el centro de mi mano dice Rita tengo un espiral, desemboca de mi dedo medio, allí justo allí hacia el norte nace el sol que cuando cierro la mano se oculta tras mi dedo anular. En la punta del índice duerme una serpiente y se abren algunas flores, del meñique casi nada se sabe me juró Rita, es límpido y vago, un recuerdo convertido en sueño.