Los súper-poderes son tareas sencillamente complicadas. Enrollar la lengua en forma de taquito, voltear los párpados, saltar desde lo alto de un columpio en movimiento. Llegar a los 12 años con la dentadura completa y las rodillas raspadas, alguna cicatriz y al menos una indigestión por grandes cantidades de azúcar, es tener súper poderes. Levantar una casa de campaña con sábanas, empaparse las manos de pegamento líquido para luego retirar despacito la superficie seca, eso es paciencia. Imaginación, valentía y paciencia. La niñez. El descaro de dejarse la cara salpicada de salsa kétchup, el cabello alborotado, las uñas tan largas de los pies que bien podrían servir para escalar una montaña.
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"La felicidad no es más que ese estado de inocencia infantil al calor del sol y de las promesas de orillas anheladas"
A. Camus