Cuando te miro, mis ojos se transforman en dos animalitos hambrientos.
domingo, septiembre 30, 2012
sábado, septiembre 22, 2012
La sandía de Cortázar
Estoy boca arriba en mi cama, abrazando una sandía. Sobre el buró está la radio de donde brota a palabras lentas la voz de Julio Cortázar. Filosofa acerca de cómo las cosas y las personas tendemos a caernos y a levantarnos. En sus palabras el deseo de encontrarnos en un estado permanente de equilibrio, se me antoja como un capricho, una necedad convertida en finalidad. La frescura de la sandía sobre mi vientre, en mis antebrazos, me distrae. La disfruto de tan cerca. La aprieto hacia mí. Imagino que en cualquier instante puede abrirse e inundar con semillas y agua roja todo el cuarto. La compañía de Cortázar acrecienta mi comodidad, aunque le sé a leguas de distancia me reconforta. Me reconozco en su divagar, en la nube que aspira, en el lápiz que recae de la mesa tan parecido a nosotros, como sin conciencia, como si por primera vez.
Se escuchan mensajes comerciales. Algo sobre un jabón de coco. Tras la promesa de una piel suave Julio Cortázar regresa y reincorpora su lectura. Sé que no conozco este poema. Describe la separación entre la mente y el cuerpo. La conciencia se halla intacta pero no el lenguaje, es imposible comunicarse hacia el exterior. Sus versos me recuerdan una sesión hipnótica, mis párpados se sienten gruesos. Quiero jugar. Escucho con atención y me entrego a sus instrucciones para quedar aislada en un estado similar al coma.
Conforme pasan los minutos y voy renunciando al control de mi cuerpo, la idea de quedar atrapada en mi mente ya no parece tan placentera. Mis labios están sellados, el corazón lento, la respiración se reanuda en intervalos cada vez más cortos. Temo no poder despertar así que haciendo un gran esfuerzo, abro los ojos. Entorno la mirada y observo con asombro cómo de la sandía subiendo por mis muñecas, salen cientos de hormigas pequeñitas. Colonizan cada sitio de mí, cubriéndome toda. Las miro y me divierte su algarabía. Renuncio a la hipnosis por el gusto de verlas, me concentro en el tono empanizado que dan a mi piel y en las agradables cosquillas que me provocan sus diminutos pasos.
Conforme pasan los minutos y voy renunciando al control de mi cuerpo, la idea de quedar atrapada en mi mente ya no parece tan placentera. Mis labios están sellados, el corazón lento, la respiración se reanuda en intervalos cada vez más cortos. Temo no poder despertar así que haciendo un gran esfuerzo, abro los ojos. Entorno la mirada y observo con asombro cómo de la sandía subiendo por mis muñecas, salen cientos de hormigas pequeñitas. Colonizan cada sitio de mí, cubriéndome toda. Las miro y me divierte su algarabía. Renuncio a la hipnosis por el gusto de verlas, me concentro en el tono empanizado que dan a mi piel y en las agradables cosquillas que me provocan sus diminutos pasos.
Sueños,
con fecha 21 septiembre 2012.
martes, junio 12, 2012
"Frente a ella olvidaba momentáneamente mi eterna soledad. Sumire expandía las fronteras de mi mundo, me hacía respirar hondo. Era la única persona capaz de hacerlo(...)
Cuando hablaba con Sumire era cuando vislumbraba con mayor claridad mi existencia. Más que hablar, estaba pendiente de cada una de las palabras que brotaban de sus labios. Ella me preguntaba por esto y aquello; exigía además una respuesta. Si no se la daba protestaba, y si le salía con evasivas se enfadaba en serio. En este sentido era distinta a la mayoría de la gente. Sumire quería conocer de verdad mi opinión sobre diversas cuestiones. Así me acostumbré a darle respuestas precisas a sus preguntas y, a través de este intercambio, le revelaba a ella (y de paso a mí mismo)muchas cosas sobre mí"
Murakami, Sputnik mi amor.
lunes, mayo 21, 2012
miércoles, mayo 16, 2012
sábado, mayo 12, 2012
miércoles, mayo 02, 2012
jueves, abril 26, 2012
El circo
Vivo en un circo. Soy trapecista. Mi amiga y yo hablamos sobre la llegada de un nuevo integrante. Caminamos alrededor de la carpa, reímos, creo que comemos alguna especie de caramelo en barra. Hay enanos, elefantes, hombres musculosos y un tigre de colmillos filosísimos. A lo lejos se escucha el motor de un auto. Lo veo venir y parece que terminará de desarmarse para cuando llegue cerca de nosotras. Está formado con chatarra apilada, tiene dibujos a lápiz, a graffiti.
La carcacha se detiene cerca y corremos al lado del conductor para ver quién es. Me asomo sin trastabillar y descubro más imagenes y frases. El interior aumentó sus dimensiones, ahora es del tamaño de una habitación. Nadie está dentro. Intuyo de ti. Me pongo nerviosa, es una sensación de angustia y plegaria combinada.
Un instante después miro sobre mi hombro. Busco a mi amiga pero una multitud sorda me rodea, rodea el auto. Estoy sola. Regreso mis ojos al interior y sin más me encuentro con los tuyos. Han envejecido. Conservan su toque orgulloso y melancólico. Sonrío. A un lado aparece mi amiga y me quedo callada. Ella ignora quién eres. Vuelvo a tus ojos y juro en silencio que no diré a nadie quién eres.
Sueños,
con fecha 30 de marzo 2012.
jueves, abril 05, 2012
martes, marzo 20, 2012
lunes, marzo 05, 2012
sábado, marzo 03, 2012
viernes, marzo 02, 2012
miércoles, febrero 29, 2012
El lago
El cielo en verdes está pintado al óleo. Camino con Vaca Muerta, junto a un lago. Voy descalza. El sendero se siente acolchado, a pesar de las numerosas rocas. Lo miro de reojo y sé que habla. No escucho. Estoy dispersa pensando cómo sería tener varios amigos. Pertenecer a un grupo de seis, siete, al menos de tres. Cuidarse entre sí. Obligarse a salir cuando se está triste. Saberse de años. Me pregunto por qué no sé conservar a las personas. Él sigue hablando...
Despierto.
Lo primero que pienso es que (él) llevaba puesta una bata de hospital.
Sueños,
con fecha 22 de agosto 2011.
martes, febrero 07, 2012
lunes, enero 23, 2012
miércoles, enero 18, 2012
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