primer encuentro con un ejecutado
“Ya ni podemos venir al centro”, murmuró una señora que llevaba a su hijo de la mano y caminaba apresurada en sentido contrario al lugar donde intentaron ejecutar un hombre, a diferencia de la mayoría decidió alejarse. El caos vial aumentó casi a la par del estruendo de los balazos en una tarde atípica en las calles Juárez y Libertad.
Más de cinco impactos fueron los que se escucharon alrededor de la una en dos de las calles más transitadas de la ciudad, la gente salió de sus comercios y comenzó a agruparse en torno a una vieja troca nissan con impactos de bala y un hombre herido.
Los que llegaron primero se formaron alrededor y comenzaron a hablar sobre dos motociclistas que embistieron al vehículo donde viajaban un hombre y una mujer, de los murmullos se pudo deducir que solo a él le querían, pues su pareja estando tan cerca, salió ilesa.
“Lo mataron” “De seguro anda con el narco”, dijeron voces sorprendidas, mientras que algunos con rostro temeroso caminaban con la mirada ajena, eran ellos los que estuvieron más cerca de los balazos.
De inmediato, la gente comenzó a bajar de las calles aledañas con teléfonos celulares en mano, algunos intentaban captar los hechos de cerca, la gente curiosa brincaba y rogaba por una mirada corta que le diera idea de qué estaba sucediendo.
Los cordones amarillos adornaron la calle, las sirenas de autoridades y ambulancias complementaron el ambiente dónde al final llegaron elementos del ejército a cerrar de manera definitiva el tránsito.
“Es nuestra calle” dijo en voz baja una mujer con unos cuarenta años acompañada de su madre “ni digas nada que nos toca”, la reprendió de inmediato; mientras que un niño sin miedo corrió a verlos de cerca y gritó: “!como en las películas!”
Una tarde de película quizá tenga razón, una tarde donde la permanencia fue definitivamente voluntaria.