Es un relato sobre uno de mis tantos sueños.
Amo soñar y considero un Don poder recordarlos cada mañana.
Besitos para ustedes: Petite.
Espalda-Ruina.
Llevaba seis días con dolor de espalda. El doctor le adjudicó aquello a su siempre mala postura y ansiedad; así que le aumentó la dosis, esta vez fue el doble, el doble del triple recetado hace un mes.
No miento, me sigue doliendo. Escucho los fragmentos detonar en el piso como grandes meteoros de cristal. Explotan uno a uno, invadiendo con filos el tapete.
Se pasará, se pasará… y dormía. Dormía más de lo normal, comía menos de lo normal, pero “dicen” vivía.
Hoy salí desnuda del baño. Me recosté con la espalda hacia el espejo mirando la oscuridad, cantándole a las estrellas de plástico fosfo que cuelgan sobre las paredes. Al soltar una lágrima helada el espejo habló. Entonó un susurro frío y vapororoso: “Aun llorando eres hermosa, una hermosa ruina de alas incompletas”. Dibuje media sonrisa en mis labios, él mimó mi espalda con la luz más suave que reflejaba su delgado cristal. Remachó mis muñecas, amarrándome la carne al alma para no dejar de existir. Me tocó con la imagen de mis manos la entrepierna, luego abrazó mi vientre. Susurró un te amo en mi oído apretándose fuerte contra la ruina-espalda. Luego, ya no recuerdo. Solo dormí.
"escuchen: Ruina, Los Tres"