Somos guapos en la camarita (y no es cierto) o de repente se nos cuelga un ojo y la nariz se alarga hasta casi tocarnos el ombligo; el beliboton dicen los gringos. Me da risa cuando los brazos se me escurren hacia las orillas de la imagen y pienso que soy capaz de estirarlo hasta la cocina y servirme otro vaso, de leche, de horas, de noche, de mensajitos de celular...
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