De dos en dos los piecitos de Oruga fueron cru zan do línea de salida. Tortuga seguía atrás, lenta, como quien apenas va escuchando su despertador por la mañana. Qué carrera señores, si las vieran competir por llegar a la meta, instalada a tan sólo seis metros.
Oruga que desayuna boruga, iba sola desplazándose a ras de suelo, mientras Tortuga-Fuga, intentaba acelerar. ¡Fuga! Tortuga! ¡Fuga! ¡Tortuga! gritaba Ardilla que encima suyo, sacudía riendas para darle ánimo. ¡Uga uga uga! repetía a cada golpe y así, pasaron los minutos:
5 ... 9... 39... 46... 58 y medio... (lo que parecía otra vez 58 y medio)... 59...
La carrera, estaba pareja. Eran centímetros de diferencia: una nariz de pinocho, cuatro suspiros de enamorado, dos platos de pozole; y enmedio del bosque, se escuchaban gritos apoyando a sus favoritos.
Pero de pronto, entre porras y obscenidades para distraer al adversario, Oruga tiró un zapato. Así que Ardilla creyendo ganar, soltó riendas, alzo brazos y al grito de un hijoesú... ¡cayó! sí ¡CA YÓ! y desde el suelo... ella y Tortuga vieron a Oruga posar su patita descalza tras la meta. No quedaba más. Aceptaron su derrota. ¡¡Muga!! ¡¡Men du gaa Oruga! uga uga uga ¡uu ga aaaa! sollozaron.
FIN
Para Chu, con cariño
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