Se resbalan las diez, las once, las doce,
la una-noche.
Y El Conejo, sigue preguntándose,
si es posible que el corazón perdone a la razón.
Aunque sea sólo una vez.
la una-noche.
Y El Conejo, sigue preguntándose,
si es posible que el corazón perdone a la razón.
Aunque sea sólo una vez.
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