viernes, noviembre 20, 2009

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Levantarse y volver a la cama, siendo un puto final abierto. Así cada lunes, jueves, sábado, domingo; sobre todo los domingos cuando a falta de rutina, converso en primera persona. ¿De qué me sirve escribir? las letras, ¿de qué me sirven cuando estoy encriptada? Si no me vuelvo rico, millonario famoso, opulentamente adinerado o al menos, SATISFECHO, prefiero nada. Prefiero nada. Elijo fugarme, renunciar a crear mi personaje. Sé que estamos rodeados, y cuando lo pienso, resulta que la mejor opción es todo lo contrario. El está en un manicomio, lo dibujé en crayola rosa vistiendo sombrero con bordes verdes. Lo veo parado sobre la calle, cuando duras bastante tiempo en la esquina terminas convirtiéndote en vuelta. Abajo en la banqueta dice: él esta en un manicomio. Va algún lado sobre su bota, porque sólo dibujé una y también es rosa. Me caga mi vida        . Me caga. Me enferman los artistas, me desespera no poder arraigarme. Quisiera conocerlo, quisiera dejar de reflejarme en él, en ella, en ellos, en sus juicios. Deseo resanar mi ombligo. ¿De qué me habrán servido los libros leídos? ¿los ojos gastados? ¿el llanto? ¿el cariño decidioso para con mi muerte? De nada. De nada. Cinco, seis, siete DE NA-DA. Quiero consumir McDonalds. Nike. D&G. Oscar de la Renta. Perry Ellis; hacer una cara jelmans. No hay orden, olvidé jerarquizar mis acciones, me negué a tomar medicamentos para estabilizar voluntades. Mi mar escurre por el aire, que cortan sus pasos. Sus letras me describen y entonces ahí, a veces, cuando él escribe de mí, puedo sentirme, poseer algún recuerdo, ser real, pero siempre vuelve esa estúpida sensación sin inicio ni fin, incertidumbre, desesperación, temblor de manos, Puto final abierto donde berrincheo y pregunto mientras ruego, "¿el amor existe?". Lo desconozco, no cuestiones más, esta flaca puede presentarse y negarse a la vez, esta flaca olvidó cómo parar, olvidó nombrarte. Necesito que me beses mientras tu mano rodea mi nuca, necesito tus labios expectorantes, abrázame, bésame hasta que consiga llorar, quiéreme hasta estar empapados y salados y sonrientes, ven, mímame, escríbeme, cierra durante un instante este puto final abierto que me obstruye el pecho.

1 comentario:

Un señor se cayó dijo...

XI

Hasta cuándo hablan los demás

Si ya hemos hablado nosotros?

Qué diría José Martí

Del pedagogo Marinello?

Cuántos años tiene Noviembre?

Qué sigue pagando el Otoño

Con tanto dinero amarillo?

Cómo se llama ese cocktail

Que mezcla vodka cón relámpagos?

Esas preguntas me las hace Neruda, además de no tener respuestas tampoco sabría bien qué preguntar.

Un saludo.