sábado, diciembre 27, 2008


.Campo Minado.

Dicen que sólo el miedo puede cortarle los cuernos a un diablo, ni el arrepentimiento, moral, conciencia o eso que llaman religión consigue triturar sus cuernitos. Y pasa, el miedo de buenas a primeras te hace saber en un cuerpo con condición de indigente. Eso al contrario de lo que dicen le ocurrió a Rumná, perverso treintón de barbas negrísimas.

Cerrado por fuera como quien vaga sin reconocerse en su propia tribu, marchó sin despedirse con una bolsa de plástico bajo el brazo izquierdo. Sí el izquierdo, porque es el único que le queda. Andar en campo minado acaba con el cuerpo, nervios y alma; y lo vale, dice Rumná mientras cepilla su barba con un delgado peine. Él te mira fijo y aconseja que te quedes entre las minas buscando un amor, sufriendo las mutilaciones de quereres no correspondidos, la desilusión de creer que la explosión es inminente y nada; perder ojos, labios, andar flotando estupefacto sin un solo pie con el pecho destrozado. La enfermedad viene de la soledad que nos enseñan, y el dolor siempre precede a la auténtica sanación.

Sólo vagando hallarás la mina que una vez él tuvo. Aunque me quede con el puritito pecho volveré a buscar, chillonea Rumná. ¿Qué más da dejar caer la cola y los cuernos? Siempre conviene buscar el amor en este campo minado, donde con un poco de suerte explotarás al pisar una estrella.

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