lunes, enero 12, 2009

sábado, diciembre 27, 2008


.Campo Minado.

Dicen que sólo el miedo puede cortarle los cuernos a un diablo, ni el arrepentimiento, moral, conciencia o eso que llaman religión consigue triturar sus cuernitos. Y pasa, el miedo de buenas a primeras te hace saber en un cuerpo con condición de indigente. Eso al contrario de lo que dicen le ocurrió a Rumná, perverso treintón de barbas negrísimas.

Cerrado por fuera como quien vaga sin reconocerse en su propia tribu, marchó sin despedirse con una bolsa de plástico bajo el brazo izquierdo. Sí el izquierdo, porque es el único que le queda. Andar en campo minado acaba con el cuerpo, nervios y alma; y lo vale, dice Rumná mientras cepilla su barba con un delgado peine. Él te mira fijo y aconseja que te quedes entre las minas buscando un amor, sufriendo las mutilaciones de quereres no correspondidos, la desilusión de creer que la explosión es inminente y nada; perder ojos, labios, andar flotando estupefacto sin un solo pie con el pecho destrozado. La enfermedad viene de la soledad que nos enseñan, y el dolor siempre precede a la auténtica sanación.

Sólo vagando hallarás la mina que una vez él tuvo. Aunque me quede con el puritito pecho volveré a buscar, chillonea Rumná. ¿Qué más da dejar caer la cola y los cuernos? Siempre conviene buscar el amor en este campo minado, donde con un poco de suerte explotarás al pisar una estrella.

jueves, diciembre 18, 2008

Soñé la locura.

Con tres dientes enteros y uno a la mitad, el viejo Mago alza su capa ante cualquiera que pase por la calle antes del amanecer. Bailotea torpe en sus delgadas piernas frente a la carreta que lleva impreso su nombre con letras doradas. ¡El nombre es para los simples! y la señora que pasa se queda mirando, saca una moneda dorada de su delantal y la ofrece al anciano. Nadie compra sin vender después, sube temblando al cuarto mohoso, repleto de objetos chinos, hojas de manos a carbón, tinta y gis rosa. Se sienta y él la envuelve en un rancio olor y misticismo. ¡Su nariz asoma por delante de todo su cuerpo! Los hombres no deben hablar a cambio de dinero, y sin embargo aconseja el rancio dandy: Recuerda que donde despiertas, no es el mismo lugar donde dormiste.


...Ya debiera estar aquí, aparecer de improviso a cualquier hora. Sólo eso me interesa, esperé seis días y quiero verle sean las diez de la mañana o nueve de la noche, sólo que sea. Abren la puerta y el aire entra. Ella. Hombres. Una pareja. Anciano. Señora. Él. No el que espero sino otro él que sonríe falso y en demasía. Otro vaso y estaré temblando mas por la presión que por los nervios y alas que fumé en el camino. Antes de saber que estaba "enfermo" adiviné su auténtica personalidad, pensé en la comodidad de tener cerca su apática tranquilidad y esa larga nariz perfecta a cualquier hora. Es recta, ni muy chica o normal, recta; se desliza al frente y se alza ligeramente en la punta para dar un aire elegante. Blanca. Fina. Lisa. Sonará extraño tanta conmoción por una parte tan común y llena de viscosidades, sin embargo, estuve a esa nariz de pasar sola mi noche.

El cigarro nos presentó, el encendedor nos despidió sin la mínima intención, al menos mía, de volverle a ver. Gente hay nunca y siempre, andando rápido por las aceras, tirando chiflidos al carro de enfrente, saturando la vida con llamadas a celular y pendientes absurdos. Él parece no mirar, se queda perplejo, escucha y capta el más mínimo movimiento si esta cerca. Esa meticulosidad y facilidad para ser distinto a cada charla me recuerda un actor real, un carne y hueso que pasea con el mundo interior desbordándose hacia fuera. Es como su nariz perfecta de esquina a esquina, un isósceles clavado en sincronía con su rostro, encima de los labios gruesos y siempre serios. A veces los tuerce un poco, me da la impresión que no sabe como sonreír, cuando yo lo hago se queda perplejo con ojos asustados y queriendo imitarme. Y ríe chueco y me mira con curiosidad y afecto. Y no llega. Es sábado y debiera estar aquí con la desatención evidente de quien vive distinto y no lejos, más cerca.

Tengo que irme por aburrimiento. No llegó. Antes de saber le ofrecí quedarse en casa. Y hoy sé que debe estar curado, de lo contrario seguiría a mi lado.


martes, diciembre 16, 2008

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Llegó anoche pretextando una confesión. trajo crucifijo, Biblia y excelente vino. Me miró lento mientras abría la puerta, contempló mi bata y me miró aún más lento. Me estremecí. Enardecí de ansias al no saber que juego soltaría. Se veía exquisito dentro de ese traje religioso, exquisito. Es tan natural esa conducta suya, llegar sin aviso, fingir un nombre, interrumpir mi insomnio para ceder a sus fascinaciones. Me embruja nuestra camaradería; esa mueca firme de enajenamiento y desesperación que nunca se quita. Me dijo, soy sacerdote de la sagrada familia. Le creí. Lo invité a pasar y a tomar una copa. Bebimos, y hasta donde fue posible perdí la cabeza.

Ahora apenas amanece, son las cinco con quince y mientras enciendo un cigarrillo miro de lejos como recibe el amanecer, Josias en definitiva es un hijo de Dios, ninguna otra criatura puede lucir tan preciosa mientras duerme.





lunes, diciembre 15, 2008

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Luego supo que era más sencillo vivir con un corazón de madera














martes, diciembre 09, 2008

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Eran tantos los deseos lanzados a las estrellas,

que un envidioso Dios creó el día.


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Cuando descubrieron al hombre rieron de la importancia que dan al pensamiento, y no al desarrollo de un cuerpo con más de cinco sentidos.






lunes, diciembre 08, 2008

El hombre salta porque cree que los imposibles sólo se realizan en brazos de estrellas y santos.












viernes, diciembre 05, 2008

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No puedo desistir más, y si me observa un Dios verá que tengo necesidad de hacerlo. No es que no me controle, es que no puedo contener placer sin evitar disgusto. Josias. Josias comienza a desvanecer mi necesidad de reposo, guía mi silencio hacia el peso de sus ojos serenos. No encuentro más jugoso manjar, ni el arte ni el fuego, es una deleitante criatura de cuerpo recto, piel blanca, aliento dulce, cuello de miel… Josias… estoy a punto de entrar en trance y mientras imagino su doble boca la idea se hace real entre mis manossszzss...



jueves, diciembre 04, 2008

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Ese balazo en tu cuello
delata lo enfermo de mi alrededor

sábado, noviembre 29, 2008

El pollo y la trenza.

Su última intención era vender la trenza de quien tanto amó, pero el hambre también devora a los poetas luego de semanas sin bocado. Agua por las tardes, noches, madrugadas, ni un trozo de pan, jamón o queso; sólo agua y esas pastillas que adelgazan cada vez más el fajo de dinero bajo el colchón. Pensó en gastar lo del medicamento en unas papas, cocerlas con sal y robar una barra de mantequilla, pero ¿y los delirios?

Durante unos instantes permaneció afuera de la tienda con el billete arrugado dentro de su puño, miró los pollos girar con sus carnes jugosas, la grasa era un líquido luminoso que le hacia producir increíbles cantidades de saliva, el olor… ¿Le puedo ayudar en algo? Dijo en tono sarcástico la cajera de treinta y maquillaje pastoso. Y no la miró, sino que simplemente pensó en las noches sin dormir, la ansiedad resecando su piel, pero ese pollo, el estómago lleno, un eructo. ¿Hace cuánto no soltaba un ruidazo por la boca?, esos días de sentirse satisfecho y dejar la mitad del plato lleno no volverán, con ella se fueron los anhelos, la sopa, y sólo quedaron el hambre y su trenza.

La trenza… su última intención era vender la trenza de quien tanto amó, pero podría juntar diez de los grandes, tener el medicamento, pollo, sopa, leche, uno o dos eructos diarios; ella hubiera querido eso, aún en vida se hubiese cortado el cabello de ser preciso, solía decir que nunca hay que descuidar cuerpo y espíritu por banalidades.

Era inútil, sentía romperse los sesos y ya iban a dar las seis, guardó el cabello en un maletín y se dirigió al mercado a vender la pieza. Casi dos metros eran el largo, y un resplandor inigualable, el olor aún seguía: diez de los grandes le dieron y compró tres pollos.

El banquete lo extrajo por instantes, sacudió el mantel roído, colocó los tres pollos en hilera recta frente a sí y con las manos comenzó a devorarlos uno por uno. Al tercer pollo y sexto eructo agradeció la existencia de la trenza y pensó qué podría hacer si vendiese nuevamente a su mujer; tal y como lo hizo cuando estaba viva y él comenzó con los delirios.

miércoles, noviembre 26, 2008

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Sólo zambulléndose en el reflejo de un pozo,
hallan los narcisistas su descanso.

lunes, noviembre 24, 2008

y si te digo que tiamo...

Ocupaste el lugar de las voces

y yo,

volví a la realidad.















La Calle.

Voy a cruzar sin mirar a los lados
para ver si un golpe seco
de suerte me acoge,
me lleva lejos, a la Nunca Vista
donde no existen altos
dobles, triples sentidos;
Necesito cruzar
vivir libre y despistada
sin posibilidad de morir.

jueves, noviembre 20, 2008

...

No quiero saber si volverá el lobo, prefiero topármelo de frente y estremecerme a ritmo y miedo del instante. No quiero temblar cada mañana al salir, no quiero entrar al bosque y sentir que llegó cuando aún anda lejos.

jueves, noviembre 13, 2008

.La bruja que robó la luna.

Vino de arriba para contemplar el todo desde abajo, escondió su piel ámbar con una capa gruesa que le cubría hasta los zapatos roídos. Taciturna, delgada, frágil como ala de insecto que vive del néctar que absorbe de las flores. En la aldea todos le apodaron la bruja que robó la luna, del astro no se supo nada desde su arribo a las calles agrietadas del lugar. ¡Es ella la que apagó el cielo!, canturreaban en círculo los chiquillos cada vez que salía de su choza para recolectar aullidos en bolsas de plástico.

Mujer, era una mujer que sobrevivía de pan y luz que daban por trabajar en la fábrica de quinqués. El turno nocturno era evidente en las líneas violeta alrededor de sus ojos y en su bajo peso. ¡A limpiar el pasillo! gritaba el jefe cada 28 días que dejaba espesos charcos de miel tras su paso. Le escurría el dulce por el abrigo, su olor es digno decir, era de una fémina en celo con ansias de ser admirada y seducida.

Una noche nadie le vio más, su tarjeta de entrada y salida de la fábrica quedó suspendida en un 5:45, desapareció el viernes 14 de noviembre. Su casa fue ocupada por un astrónomo ciego, amante de los garabatos cósmicos. Dicen las lenguas y libros, que en la cuarta semana la luna llena volvió a brillar. El cielo que fue un interminable suspiro oscuro se vio iluminado con luces intensas que sorprendieron a infantes y animales, los hombres maduros se quedaron atónitos, y el astrónomo murió envuelto en un torbellino de sonidos. En medio del estallido de millares de bolsas de plástico, los aullidos volaron y celebraron el regreso de Selene al cielo.
.......
Cansada de mirar el caos
puso un anuncio:
Se busca hombre
que me volteé de cabeza.

Para burlar la violencia,
miedo, tristeza, e impotencia,
yo sólo pido
que me pongas pies pa´ arriba.

Voltéame
gírame despacio
tapa mis oídos
protégeme de la venganza ajena.

Vira mi cuerpo entero
porfavor.
Para que por un segundo parezca
que la gente muere de forma natural;
para que por un segundo parezca
que el mundo dejó de andar al revés.
Su su sueerte en tu viaje.

!Clap clap aquí!

Y entonces reconoció que es posible admirar y amar al mismo hombre.

martes, noviembre 11, 2008


.El hombre de la guitarra.

Llevas medio día caminando descalzo por la brecha del río, el agua trenzada con millones de preguntas fluye en cualquier sentido y casi llegando a la orilla del planeta que te sostiene, se eleva en una cascada que escupe signos e insectos al espacio. La corriente va rápido, puedes mirar las palabras ir y venir, una antes que diez, veinte, setenta, y otras después de una. Van de izquierda a derecha y al revés, los signos se alejan colina arriba, abajo, sin percatarse del norte, sur, este y oeste; saltan, mojan rodillas, narices frías y acarician tus dedos empapados sin respuesta.

En lo que debiera ser lo alto en la tierra, puedes ver un ave rechoncha de papel pecho amarillo. Se desliza por el cielo arrastrándose ligeramente en el humo obscuro de un cielo-agujero que cambia su horizonte cada siete parpadeos. Por ello te has arrancado las pestañas y exprimido el agua de los ojos, tanto lloraste hasta secarlos que olvidaste parpadear; y así fue, el horizonte no se moverá en años.

Huele a nubes… Te percatas cuando tu estómago suena y emite sonidos parecidos al hambre. Escuchas deliciosas notas y sales del río aun con algunas preguntas enredadas entre los dedos, corres por el esponjoso césped color mostaza y sigues el olor; esquivas los árboles de lámina que contonean sus copas, revientas algunas piedras viscosas que se atraviesan en tu camino y saludas acordeones con ojos que descansan en sillas de tres patas. A unos metros de Él te detienes intempestivamente, aspiras su olor y lo contemplas en trance con su guitarra. Te recibe con voz de ave en las manos, un hilo de vapor juega entre sus dedos, resbala por las muñecas, lo envuelve lento y desenvuelve en figuras que evocan dioses reales de papel maché y mermelada. Sus labios enrojecen cuando los muerde al ritmo de cada nota, el viento se contagia y el carmín inunda la noche.
Bailan mis sentidos hacia ti, revuelvo tus cabellos que flotan buscando gravedad.

De nuevo tu estómago grrlhpp… creíste haber terminado con el hambre y que ibas a saciarte con sólo verle, grrlhpp… aún está allí. Te acercas más y suspiras sobre su hombro, abrazándolo por detrás. Y aunque no estás allí físicamente, sino que lo haces sentada desde el rincón donde lo escuchas, siente tu sonrisa que rebota en su mirada cómplice de luna al revés.

Los listones melódicos ya no sólo salen de sus dedos, sino del cuerpo entero que pareciera sudar música, acaricia cada poro y enchina la piel. Luce extasiado entre el humo de sus notas, se entrelaza con el ritmo y moldea estrellas fugaces que emigran en forma de enanas explosiones. Como en un beso devoras el primer astro. Te mira, te estremeces, y de pronto son tantas las luces que flotan alrededor que dejas de comerlas. Acarician tu cuerpo, se absorben por la piel, sonrojan las mejillas y despierta tu vientre. Tomas las estrellas, las miras, acaricias, pisas, respiras, y cada que lo haces se multiplican. El planeta pareciera a lo lejos una enorme manzana con pecas brillantes. Los cuerpos chocan y se encienden, de los astros brota un tenue naranja que se transforma en rojo- violeta que sabe a miel. La atmósfera se humedece con las mareas que ahora suplantan todo lo que existía antes de verlo tocar de tan cerca, las olas no perturban su cuerpo alto, altísimo y delgado, dan volteretas que transforman la tierra, agua, aire y fuego en cada rincón.
Se responden las preguntas, las copas caen de los árboles y devoran las armónicas, los troncos dan una cuarta pata a las sillas, sus labios y dedos anuncian que dentro del uniforme caos de la noche, nacerá un nuevo sol con alas de ave.

viernes, noviembre 07, 2008

...El naranjo sin sal.

Con las semanas subió la marea en sus ojos, la soledad como la luna le permitía desbordarse sin control y mojar la sala, cojines, libros y su delantal. Bastaba sentir que no había nadie más en casa para dejar correr sensaciones que lastiman el pecho y quiebran la voz. El mañana dejó de reflejarse en su espejo y al contrario de meses atrás, detestaba mirase y al instante quedarse de rodillas sobre el piso, buscando consuelo en la oración. Consuelo de idiotas decía su padre, no alivia, calma un rato y desaparece de la misma forma que llegó. Era su vida un húmedo ir y venir, saló el piso, las flores, incluso las comidas que preparaba eran agrias y pastosas. El llanto remplazó pronto la razón, y no hacía más que sentarse bajo el enorme naranjo a orilla del monte. Quiso dormir y ser árbol de hojas verdes en verano, doradas en otoño y permanecer desnuda en invierno.

Esa tarde al regresar con los ojos habitualmente hinchados, pidió a él que apretara la cuerda. La miró y sin siquiera preguntar por sus ojeras y ese salado perfume, ató un fuerte nudo, imaginó que era para cargar la cesta repleta de naranjas, pensó en que la semana siguiente tendrían olor a mermelada perfumando el ambiente, pays, envasados. Naranja. Era un nudo y eso qué, creyó que sólo era un nudo y nunca imaginó que hubiese más, hasta que ella ya no estaba allí, dejó su delantal y sus pies, que seguían colgando luego de una semana. Ya no estaba. Sólo quedó una naranja que rodó por su mano y lanzó para aplastar galaxias de agua que ella creó, que brotaron de sus ojos para inundar otras tierras.

jueves, noviembre 06, 2008

...Esperanza.

Sólo ella me conduce ciega entre veredas roídas por inseguridad y miedo. La fe me sabe a camino cuando la llevo dispersa en el perfume de mi cuerpo. Entre miles de galaxias bendigo la esperanza de marcharme un día con las estrellas, para hacer reír al cielo y ahorcar a la luna.
Al Bar Tres Gallos.


Pero que vaya despacio, dijo una de las mujeres que se acercaron al taxi. Serían se seten taa pesos, tartamudeó el chofer mientras trataba de mirar más allá de la falda que les llegaba quince dedos arriba de la rodilla. Eran dos y a leguas ninguna era virgen, eran de las que llevan 25 años en la voz y 16 en los ojos. Su cordialidad incitaba a subirlas y conducir despacio por el simple afán de mirarlas, de deleitar y embriagar la mente con deseos propios de una revista, pornografía para inseguros, desilusionados, plantados, enfermos, pubertos, pecadores y taxistas de turno completo.

Soy solamente este cuerpo. La frase de la morena le estremeció cerca de la entrepierna al ritmo que la puerta de su nissan 94 se cerró bruscamente. ¡PAaF! Directo al Bar Tres Gallos. El taxista arrancó y mientras trataba de olfatear su axila para cerciorarse de no oler tan mal, miró el retrovisor. Se rascó la barriga y vio como dos bocas pequeñas se deseaban en un ir y venir de manos, eran miradas inocentes que como camaleón saltaban y arañaban sus ojos grises escondidos detrás de un grueso armazón de plástico negro. Era la falda tan corta, las tres cervezas de la cena y los cabellos rizados los que incitaban a frenar y mirarlas de frente. Esa gargantilla dorada en su cuello delgado; sería sencillo retorcerlo y tomarla completa con una sola mano. Ese anillo de piedras brillosas, esa gargantilla, esa gargantilla de nuevo. Era parecida a la de su esposa Martha que espera en casa con una panza de seis meses, desde que concibieron no han tenido sexo. Lastimas al bebé, refunfuñó mientras se picaba la nariz y miraba aquellas mujeres que como gacelas se perdían entre los reflejos de luces de los demás autos y lámparas agrias de la ciudad. La cama se volvió grande, las noches largas, el colchón que antes albergaba un cuerpo unido, ahora llevaba dos. Ella y El, separados por dos grandes barrigas, el hastío del trabajo, el dolor en los tobillos, antojos y ronquidos. La guitarra en el radio era nefasta por la voz chillona del cantante y ese patético locutor nocturno. El quiso alguna vez trabajar en la radio, directo en la consola con cientos de botones coloridos que pulsar, se figuraba los de los cohetes que van al espacio, pero tuvo que dejar su futuro prometedor para mantener al hijo bastardo de su esposa. Las cosas que deja de hacer uno por amor. Y el retrovisor: ellas. Ya no sólo era coquetería inocente, sino toqueteos. Fijó nuevamente el espejo y se limpió la boca con un pañuelo que más bien olía a tabaco que a loción. Temblaban sus manos hasta tal punto de colocar a su esposa en segundo, que digo segundo, último plano. ¿Y si rodeo la avenida Sforth se darán cuenta? Era el ansia del todo por el mirar, pero ellas podrían darse cuenta y sabrían que algo anda mal, así que mejor bajó la velocidad mientras una detrás de la otra se hablaba con suavidad; se llamaban querida, puta conciencia de mi pesar y esperanza. Y de pronto, el clic que anuncia la liberación de unos tiernos senos que respiran el frío de la ventana, el taxista alza la vista y se levanta un poco del asiento, quiere mirar, entrar al espejo, voltear y voltea; y la vuelta, el semáforo no alcanza el verde y ¡piiiip! Esquiva lo que pudo ser un aparatoso choque. Se limpia el sudor, el susto, y observa como una tersa mano hurga debajo de la falda, lo incita, lo colma y ¡joder! Grita. ¡Un trío! Pero sólo le responde un olor a hierba. Sigue la música en la radio, son las 5:45 en la capital y en ese instante lo sabe, en el sillón de atrás hay un sexo dispuesto a ser ocupado por cualquiera que ostente pecados y fe. 5:45 repiten con voz automatizada, temperatura de diez grados centígrados. Diez, veinte, cincuenta, fahrenheit o celsius que más da, una de ellas resbala sus dedos como si acomodara un montón de hojarascas en un frasco, la muñeca morena se retuerce en lo que ya eran diez dedos bajo el ombligo, olor dulce, sonidos, ¡joder! gritó de nuevo el taxista, seamos tres y que sean diez pesos hasta el Bar.

¿Di eezzz? Dijo la de cabellos rizados cerca de su oído, mientras le humedecía el cuello con su aliento fresco, vos sos lo que no podes tocar. Y date de vivo que has sido testigo, dijo la otra ya sin la falda; y en pleno despegue sacó un instrumento recto, acolchonado de las puntas y con vibración propia. Lo tomó ante la incredulidad del chofer que viraba en la curva con la certidumbre de oír un gemido con la sola compañía de su volante.

Cuando quierassszz…. Suspiro. Jadeo. Brazos. Dientes. Ese cuello. Dos, tres piernas, lo que parecieran diez lenguas en perfecta sincronía danzan alrededor, se envuelven finamente como quienes se conocen de otra vida. El quería ir detrás, sostener y apretar algo más que el estúpido volante, aunque fuera mirar de frente como si comprendiera el amor puro entre dos mujeres. Luz Roja. Paso peatonal. Verde. Pri mee raa… Primera. Clutch, primera y el retrovisor, y la imagen desnuda de un cuerpo carcomido por los excesos, salvado por la fisonomía de un inocente infante. Clutch, se gunda, las notas de un piano aderezan el camino, la maldita hora de nuevo, la voz chillona y el reggaeton que le desesperan tanto como no poder virar la cabeza hacia atrás. Y de pronto lo recuerda, allí esta el anuncio luminoso: la inminente llegada al bar y la rabia de nacer hombre.

Frena. Son Setenta pesos… dijo con coraje y un bulto a estallar. Miró la falda que llegaba nuevamente a quince dedos arriba de la rodilla. Se mordió los labios y echó un escupitajo espeso al piso. Retrovisor: vacío. Y mientras contonean sus delgadas figuras y afilan la sonrisa para entrar al Bar Tres Gallos, prende un cigarrillo; se deleita pensando que pudo cobrar diez pesos, olvidar a su mujer, su panza y su bastardo; olvidar el turno de un taxista en romanza que no tendrá sexo al menos esta noche y en los próximos tres meses.







domingo, octubre 26, 2008

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Marqué el número y colgué antes del primer timbre. El nervio de sólo escuchar el bi ip y saber que alguien en otro sitio se dirige hacia el teléfono me tensa: se atiende de manera inmediata el llamado, con el yo contesto en la boca, la familia entera se enfrasca en una carrera por levantar el auricular. Y así con todo sólo escuchas bi ip. Y crees que pudiera ser ella quien levante el teléfono, o su madre. Si es su madre tendré que pensar un nombre, saludar, preguntar su día o hablar del clima, pero y si fuera su padre, no él no esta. Pero imagina cuántas personas no están la mitad de su vida corriendo hacia el teléfono o bebiendo ese desca- fé aguado, fumando tabacos light, corriendo, mirando el móvil, o azotándote la cruda para venderte una tarjeta de crédito. Como si mi hambre fuese la que no se alimenta de las letras, y tuviera monedas o billetes o cheques. Y esa mañana de nuevo el timbre y la tarjeta. Y recuerdo que no cuidé mis labios de tu dolor que me incita a apilar versos en tu piel roída, ojos brillantes y sonrisa chueca. No, no me cuidé de lo que otros en su ignorancia llaman enfermedad; al menos no esa vez que estuvimos juntas. Ella era en mí, yo en ella: por eso la sentí tan cerca con la sal, los borbotones gruesos de su cuerpo, su fluidez por mis dedos, mis labios, mi nariz en su olor dulce mojándome de la quijada hasta el cuello. Y yo pensé que era amor o igual carne, en la simetría perfecta me supiste. Y tanta rabia me dio ese escandaloso timbre chillón, interrumpiendo mi contemplación de niña hacia ti, pero pensar que si marco otra vez y cuelgo puede ser ella. Cuando usas teléfono es como si hablaras directo al oído, colocándote exactamente justo en sus fibras sensibles, un poco inclinado y con el tono de voz perfecto. Marcaré. Podría ser que ella me conteste, o mejor aguardo y puede que llame.

sábado, octubre 25, 2008

Conmiseración

Mi cuerpo piadoso se vio tentado ante sus caricias
no hubo más opción hermanos míos
seamos caritativos con el alma necesitada.


El más galante, cortés, sensible, y perverso hombre que yo he tenido vino oportunamente a darme consuelo. Mientras nos tumbamos en el sillón recita inverosímiles moralidades, sus bellos desfiguros no permiten pensamiento que ose desacatar sus des-ordenes. Mira mi cuello, lo retuerce con alegría maligna, ¡qué locura, qué delicia de pecado!, lo sostiene con la mano entera al tiempo que suelta el bastón y levanta mi vestido, me llama Lucrecia, me muerde, y su mano recorre sagazmente mi entrepierna, sube fuerte y sin soltar mi cuello respira agitado, Lucrecia ¿quieres jugar conmigo?, me invita a simular que tengo doce años y él una caja entera de galletas. Jugamos, juega y pierde a Lucrecia, la pierdo a mitad de un respiro preorgásmico.

jueves, octubre 23, 2008

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Apenas es lunes y ya estoy pensando en una razón para no amarle. El olor a pino me llama hacia la ventana, donde puedo observar el reflejo de él en la cama. Duerme de lado con la mejilla enrojecida y parece que no despertará en un buen rato. Mujer, ¿cuántas ocasiones he escuchado esa palabra? Recuerdo una vez donde alguien enterraba sus dientes en mi cuello con un respeto tan profundo, que lo tuve desde los dedos hasta el último suspiro de cansancio que, en medio de una agria melodía con voz de violonchelo, le quitó la vida. Y lo siento como si existiese una fotografía que confirmara no era su cadáver. El cielo se nubla, miro la calle y huelo los pinos, siento necesitar más de un cigarro que me ayude a guardarlo de una vez por todas en su cajón.

miércoles, octubre 22, 2008

Voy a salir a pintar pájaros en las cercas, pájaros que vuelen tan lejos que ni siquiera podamos percibir que están.
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Con las desmemorias se endulzan los recuerdos. Lo peligroso de no retener a cabalidad es que se enaltecen figuras, rostros, emociones y momentos. Por eso ella finge que él era tal y como lo recuerda, para hacerlo más perfecto.
.Ojalá fuera el azar.


Me dijo que la suerte escapaba por debajo de su saco en formas de miles de insectos regordetes, era como si un enorme silbido brotara de pronto del pecho y rasgara los antebrazos con una fuerte ventisca; sacude la mente, deja los pies flotando, mirada perdida, ojos azorados y cansados. Un lunes. La suerte se me fue un lunes de otoño, murmuraba con la mano estirada en señal de pedir dinero. Y lo veían sin prestar atención. Sin darse cuenta de que era un hombre con saco curtido, mirada de quien la tuvo y finalmente reconoció que la perdió.

lunes, octubre 20, 2008

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Acaricia suave sin dejar de mirarme como cuando estamos solos. Te veo rodeado y me siento rodeada de cuerpos que como moscas deben ser espantadas. En tu nombre me quito los deseos momentáneos, roces, necesidades. Me dejo ir completa sobre este papel que sólo se lee en nuestra soledad, compañía y esperanza.

Sólo te quiero para mí, aunque suene a romance va más allá de cualquier historia normal. Lo sabes en pasado y presente, sé que lo has imaginado en el futuro. Si tuviese que elegir entre mi alrededor, y lo hago, me refiero a si pudiese elegir enteramente libre: Te elegiría porque llevo nuevas galaxias en el vientre, esperanza en los senos, temblor en las rodillas. Pasión por sentir lo que no se ve ni se conoce del todo. Elijo estar para poder compartir lo que siento, y ojalá lo logre, como quise desde que con los ojos vendados sentí tu confianza al caminar, desde que sentí tu cariño tapándome la nariz y conduciéndome al frente: lejos de las explosiones, abrazado a mí, abrazada a ti, para vernos llorar.
Te amo.

viernes, octubre 17, 2008

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Sin hombres y sin gatos. La idea no parecía tan descabellada con el primer parpadeo de la mañana, con los labios enrojecidos y suaves, las mejillas aún tibias. La vida viene a formarse de más: novelas de suspenso, un buen queso, infomerciales, sonidos de puertas, pasos, viento, fuego; caminatas largas, oraciones, silencio, insectos, charcos, aves, frío, manos de tinta y hojas de papel. La mujer emerge de mi columna vertebral, entera me contoneo hacia delante y detrás: un estremecimiento. Levanto el brazo derecho y se dobla haciendo una ligera caricia al viento. Mirar arriba mientras se aspira el dulce sentir de un respiro, es el inicio de una evocación que pretende liberar al hombre de sus virtudes. Olió el aire fresco de la mañana y sin abrir los ojos pudo mirar la lluvia de afuera, los zapatos salpicando pequeñas hormigas que cargan o arrastran hojas, piedras y basurillas en las banquetas, la tierra del viejo camino a casa, los adobes húmedos, las nubes espesas esponjan el cielo. En el balcón: la maceta. La gota se desprende lentamente del tejado, resuena al chocar con el barro y suelta un relajador sonido. Los pies fríos bajo las sábanas blancas salen, sientes el calor del tapete, la madera; las manos se dirigen hacia el tocador y toman un vaso de cristal con agua. De nuevo los pies en la madera, la cerámica y el agua que sale e inunda con vapor el cuarto. La cabeza mojada y el agua por los hombros, la boca, los párpados; los pies ya no están fríos.
El olor de canela apresuró mi cuerpo a la cocina, tomé la bata y sentí el aroma en mi nariz, garganta, estómago; tomé la taza y bebí el café con olor seco y dulce. Afuera un ave canta, pareciera que los pulmones abarcan la totalidad de su pequeño cuerpo rojo, al aspirar se infla desmesuradamente; su canto toma su cuerpo y el aire que en él estaba. Ave de un color y mil tonalidades, despréndete y dile al gato que vuelva a casa.

jueves, octubre 09, 2008

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Vísteme como una muñeca y quítame los andrajos con tu disposición de amar. Calla las voces con un cantíco que sólo puedan percibir mis oídos; mis oídos habidos de tu lengua, que se ha hecho vírgen con el paso de horas fundidas en días de ausencia. Llámame con el pensamiento y haz de mí cuánto permita mi existir, sin que deje la esencia que amamos; y písame fuerte un pie para que salte de nuevo, para que alcance esa boca que siendo tan alto llevas puesta muy arriba. Amame como yo te he amado sin recelos, hasta hoy permaneces intacto en el cosmos de mi esperanza. Te dedico la fe que me queda en ojos tristes y sonrisa eterna.

viernes, octubre 03, 2008

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Cerré la habitación con llave para que no me vieran llorar. Ellos están aquí en la casa, duermen en el cuarto de enseguida, en el sillón, en la sala. Semanas de casa vacía, silencio y polvo, quedaron atrás para volver el domingo, cuando se marchen. Me gusta olerlos, escuchar que guisan un huevo en la cocina y que a veces gritan o se besan. Me dan paz que si bien se acaba con las horas, es en ocasiones preferible a la soledad que susurra locuras, tristezas, y sueños que terminan por seducirme y me obligan a tomar un bus a otra ciudad o lo más lejos posible de todo lo ya conocido... Y sí cerré la puerta, giré la manija lentamente para no hacer ruido y que no se percataran del broche que les impidió verme llorar. Lloré por él y no sé si lo merezca, ni él ni yo, lloré. Lloro. Me duele. Aún cuando todos ellos están aquí y deseo abrazarlos en un tiempo indefinido, (marchan el domingo), lo quiero a él. y me hace falta. me pregunto si yo aún le haré falta, o al menos si seré apetecible como compañía.

martes, septiembre 30, 2008

El pájaro asceta.
Sus ojos lloraban y pedían que le hicieran el amor como a un animal. No era ella la que se convulsionaba en quereres erráticos que emanaban del instinto, era alguien más en su cuerpo sediento, ansioso de ser estrujado sin tanta formalidad. Lucía hermosa con la mueca rojiza, mejillas encendidas, ojeras marcadas como sombra y cabellos revueltos.

Recién salió de otra crisis, y aún adormilada por los químicos la tenían por absuelta de los pecados que emergen del mucho sentir. Enfermedad, así la llamaban los doctores para apiadarse de su estado mental. La voltean sin pedir permiso y mientras dos sostienen sus muñecas, otro inyecta el sedante sin avisar que dolerá mucho, bastante, todo. Jalan la explosión cósmica que se derrama dentro, ciegan la pasión y roban la necesidad de fornicar por mero placer, por la obligación que surge del simple hecho de ser mujer. Sangran su nariz y boca, exprimen el sentir y duermen con sedantes su naturaleza. Duermen, no hay palabra más exacta para la labor de aquellos que con medicamento pretenden erradicar cualquier síntoma “anormal”, ella lo sabe, los deseos, las necesidades y el ansia que los mueve volverán. Esos ojos hoy muertos habrán de resucitar con centenares de sensaciones que quisieron aplacar, se iluminará su cuerpo en medio de un orgásmico big bang que culminará llevándola a otro sitio, donde emergerá como un inmenso ave asceta.

viernes, septiembre 19, 2008

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A veces temo que el cuerpo no soporte los vaivenes de mi alma y mente. Los nervios matan mi piel con manchas blancas y secas: soriasis. Las piernas parecen no sostenerme y caigo de las banquetas, sillas, cama y esperanza. Ojos negros profundos acuñan mariposas nocturnas que anuncian la cercanía de la muerte. Es la mente que se apodera de mí con sus debrayes, la profunda impotencia que forma telarañas de agua en mis párpados, inunda la vida de gris, ensombrece mis mejillas que en un tiempo fueron rosadas. Sé que moriré joven por no tener un cuerpo que resista tanta obsesión y fanatismo en torno a la vida.

La doctora quiere que vuelva con mi terapeuta dos veces por semana. Enumerar mis anhelos, recuerdos olvidados y moquear un rato si es preciso. Los ataques volvieron a instalar su rutina en mí, se nota a través de mis ojos y peso perdido que de nuevo hay que ir por ayuda profesional.

No creo en hadas ni sicólogos que curen, pero es la única manera se seguir con la caja de medicamentos en el buró, de no quedarme hipnotizada tres días sin comer, buscándome en la sopa recalentada de la semana pasada. Cinco inyecciones, todas en la misma nalga; un moretón físico que refleja a la muerte que siempre anda tras de mi jalándome lento de la realidad, como en un sueño, sólo que esta vez no la veo y sólo mi cuerpo le siente, se seca, se llena de soriasis, mientras la mente me aleja del todo a la nada, de la nada al todo, en un permanente existir nihilista.

miércoles, septiembre 03, 2008

.Celos.
Siempre habla de ella. Se le cae la boca alabando su belleza, ternura, inteligencia, alegría y terquedad . Yo le detesto tanto como a esa cuando la trae en la boca, y no es que ella sea otra por eso tanta molestia; esa soy yo cuando él dice que estoy “bien”.

domingo, agosto 31, 2008


Jodiendo rockstars.



-No sé como quitar este espacio gigante de mierda-

No sé.

No puedo.

puff...



-No sé como quitar este espacio gigante de mierda-

-No sé como quitar este espacio gigante de mierda-





Sobrevivir
Andar como si se estuviese

Dormité semanas, no cerré los ojos por el insomnio. Dormité despierta entre alarmas, miradas, empleo, su recuerdo. Subir al autobús, limpiar los zapatos, escribir con tinta azul, no escribir, hablar con las “personas”, escuchar a políticos y sacerdotes, a la ONU, estar hambriento, no amar, no quererse, no asombrarse, no despertar.

Anuncios por doquier, inmensas avenidas roídas por “espectaculares”, que no poseen ese calificativo. Versos absurdos para bajos de autoestima, dioses políticos, la mercadotecnia sin estética, imágenes irreales y grotescas, sin la noción de que existe una perfección en la inocencia, los detalles, el error y las diferencias.

Dormitar. Sentir que se tiene insomnio y se sueña al mismo tiempo, hacerlo en breves ataques de imaginación o burla. Sentir que se ha colapsado dentro de un enorme triángulo, círculo imperfecto. Sentirse aprisionado en un consumo ilógico, falto de razón, de por qué, de un tener por el ser.

Somos un fallido intento de los cuentos de hadas, una parodia del "Felices para siempre". Somos seres pensantes que no piensan, un homosapiens de plástico descompuesto, aturdido porque no se acostumbra a pensar, y rechaza el intento. Hasta los bichos se rigen por
leyes naturales de sobrevivencia.

miércoles, agosto 20, 2008

Del gato a la zeta

El gato dejó de lamerse bajo el techo de lámina cuando la vio salir con su vestido de siempre y sus tenis viejos. La niña alérgica a los calcetines se dirige a la escuela. La niña… la mujer de veinte con cuerpo de infante, sonrisa burlona y mente perspicaz. Un azul brilla con el sol, el pelaje del gato se ilumina mientras sale del tejaban, se estira, maulla, vuelve a maullar mientras se echa al concreto para seguirla con la mirada.

Si fuera por ella permanecería siempre bajo la protección que brinda tener la figura de una niña, no hay que pedir perdón ni coquetear, el infantilismo es virtud para quien desea pasar desapercibida y ser consentida por los mayores y los de su edad.

El gato retuerce su cuello y la sigue, bajo el brazo (ella) lleva un libro de hojas viejas y letras sueltas que caen de una en una, algunas permanecen inertes sobre el pavimento, otras flotan con el aire ligero y se enmarañan en sus cabellos negros.

Las a´s inundan el patio, mientras la y la efe se enredan entre sus pies. Ese, equis, te, ere, che, jota, ele… con delicadeza se quita una eme de los ojos, y vuelve a ver al gato que lame una zeta y avisa el final de este relato.
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