jueves, agosto 13, 2009

...

Vuelvo al instante donde a punto de morir, nazco

soy

mi mayor contradicción.


miércoles, agosto 12, 2009

.Embebida.


Ya te veo viejita linda

vistiendo con sábanas los espejos

desconectando enchufes

juicios y entendimiento.


Mi abuela se transforma en tormenta

cuando apenas nubes ligeras pueblan el cielo.


¡Cálzate los pies, ingrata!

duérmete, serénate,

quítate la plata.


Y yo, embebida tras los cristales

ruego absorberme en tierra

ser raíz, hoja, fruto vuelto pájaro.


¡Lluvia! cristal fresco que siento

pero no me toca,

déjate caer.


¡Truéname de un susto el alma!


martes, agosto 11, 2009

.Era Orozco.

El nombre que nos faltó estuvo esperando semanas, para ser recordado. Apareció abruptamente: Orozco. Tan abruptamente como tú respirándome los ojos, resguardando mis labios necios de besarte desde hace días. Y me acobardé, cuando bastaría tu sombra para secar el por qué de éstas lágrimas, agrias por añejas. Te siento venir de la irrealidad, de mis sueños, te veo nacer del personaje que me enamoró en alguna novela que extrañamente hoy, es mía.

Sí, quiero besarte, a ti, no importa el nombre cuando te has metido en mis ojos. Quiero besarte en silencio, dejar las multiplicaciones para después, sin azucareras, destapa corchos, pinceles, clips o ventanas encendidas. Vienes armado con vasos que ocultan tormentas y yo, quiero crecer bajo tu tormenta, mojándome toda, sin secarme nunca más.

Y aunque nada es tanto como parece, lo es.

Y el miedo de saberse vulnerable, humana, acorazonada. Fue fulmimante, fue sencillo dejar que vuestra imagen ofuscara mi pensamiento. Pájaro de Castilla. Es fácil que fuera un beso y nada más, pero como bien sabes me complico, niego que era nada y nada más.

Temo de mí, de tantas palabras.

domingo, agosto 09, 2009

.Mirada extranjera.


Salían raíces por su boca, irguiéndole pecho y cuello,

vistiendo abrigo de plumas

Margarita

despertó a su madre.


Ella asustada, tomó el rosario

y rezó, hasta volverla a dormir.


La muerte, no es de saberse

murmuró llorando frente a la hija espectro.

miércoles, agosto 05, 2009

...

Trajeron los bebés desde temprano. Madame ordenó atender a los huéspedes con máximas complacencias en virtud de sus buenas rentas, y advirtió que, quien ose contradecirla, saldrá inmediatamente de La Casa. Comparto su temor, ponerse a órdenes de la iglesia es iniciar negocios en nuevo territorio, asegurar acciones, mobiliario costoso y la posibilidad de utilizar conventos, capillas e iglesias. ¿Quién no ha imaginado cinco hombres eyaculando a tiempo sobre el depósito de agua bendita? Madame sí, hazme un instrumento de tu paz, dijo en alguna ocasión tras la rendija del confesionario. Porque ¿qué sería de Dios sin nosotros? cuestionó rebosante en orgullo. Sin él no somos nada y viceversa. Desde sus acuerdos con la élite católica anda contenta, amable, tan solo en la escena de ésta noche se dará el lujo de incluir treinta infantes no mayores a un año. ¡Ni se les ocurran mayorcitos! amenazó a Jacobo y Augusto. ¡Sólo niños con paso inseguro o gateadores! ¡Este negocio compromete nuestra vida! Si la vida se basa en fondos económicos, pensé al verla recorriendo sistemáticamente su despacho, enterrando despiadadamente los tacones en la alfombra persa, lo hace cuando debe ser obedecida sin chistar. ¡Bien alimentados y graciosos! Ninguno de nosotros quisiera lidiar con enfermedades de baja sociedad. Y como era de esperarse, luego de semanas, resultó. Bastó sobornar a varias nanas de la cuidad. Los niños llegaron desde temprano ésta mañana y fueron atendidos por nuestros mejores sirvientes.


Desde la ventana seguí su arribo. A las diez trajeron cinco rubios regordetes, clase medieros, de haber sido menos hubiera detectado pestilencias aún más amargas, pastas bajo la nariz, suciedad de pobre, qué mal gusto. Pasadas las once, mientras elegía mi atuendo, escuché lloriqueos, estaba entre corsé púrpura o verde agrio, su imparable algarabía me desconcentró y perdí el número de pestañas que llevaba sobrepuestas. Entre balbuceos tomaron la sala cual pequeño ejército enano, parecían pingüinos tambaleándose sistemáticamente alrededor de la mesita central. Trajeron blancos, morenos, pelirrojos, bebés: son todos iguales: pañal de tela, hilos de baba, cabello corto, brazos lonjudos, olor a leche. Y Me decidí por usar el corsé blanco, fragancia seca, no muchas pestañas postizas. De manera inimaginable Augusto y Jacobo irradiaban paciencia entre tanto moquerío. Un pequeño logró conmoverme al intentar pararse con las manitas apoyadas en la boca del jarrón esquinero. Es moreno de ojos miel, sugerí a Madame quedárnoslo, enseñarle buenos modales y usarlo en ocasiones especiales, pero replicó que generan gastos emocionales y financieros, pérdida de proyección en mujeres jóvenes, “además querida, la sangre es la sangre”, dijo hundiéndome sus ojos de gata astuta. Me irrita cuando objeta mis decisiones, la ridícula piedad que simula dándome otro presente para amortiguar su negativa. Cuando pedí peces y un pequeño calamar para mi habitación se negó rotundamente, “no soporto olor a sal ni en sopa”. Me envió al mar seis días, coincidentemente cuando hubo de visitarla su amante más viejo. Él vendrá ésta noche y frente a él pediré de nueva cuenta mi pecera, nos acompañará a cenar y después del espectáculo no podrá negarse. Resulta extraño que Madame acceda a que su amoroso disfrute con las perversiones de nuestro nuevo cliente, supongo le llegó al precio por tratarse del Sacertote D. y la madre senil del Juez R.


Nueve pasadas meridiano. Cualquier alma importante dentro del salón central: Madame, Jacobo, Augusto, Señor Amante y yo a la mesa, listos para cenar. Frente a nosotros el escenario iluminado en amarillos muestra una fina bañera de porcelana cargada con vómito espumoso. Las oraciones, a priori evento y degustación, corren a cargo de Señor Amante. Señor bendice éstos alimentos, a tiempo comienza el desfile de infantes que vomita con excelso orden dentro de la bañera, tu generosidad nos ha glorificado, algunos lucen pálidos por efectos del laxante, Madame sonríe apretando sus enormes pechos contra la mesa, porque sin merecerlo nos da de comer, entre la oscuridad aparece en escena el Sacerdote D. desnudo y se coloca del lado izquierdo de la bañera, prepara nuestros corazones para recibir tus regalos, la madre del juez R. con su prominente vientre que, incluso le cubre el sexo, se apila del lado derecho de la tina, Augusto soba sus manos, no puede esperar a que los treinta niños terminen de vomitar para aplaudir, se levanta en silencio, porque son tus regalos la mayor recompensa, mientras los infantes ruedan y gatean, alrededor del escenario, un mozo sirve dos copas con deshechos recogidos del piso, Sacerdote y Madre pudiente se introducen a la tina, brindan y entre gritos y sollozos de bebés, estimulados por la deshidratación, comienza a elevarse en erección nuestro Eclesiástico. ¡Glorioso Amén! grita Señor Amante, màs de cinco pulgadas, ¡Así sea! respondemos a tono, alzando copas y sonrisas.


.Èl es como un infomercial.



Lo miro cual infomercial con mi whisky en mano: sin ímpetu de levantarme por el control remoto o tenerlo en casa. El Futuro Literato debe encontrarse con La Plástica, dice. Para mí solamente se ha atascado manos y culo en mujeres fisher price, dildos tupperware. En décadas anteriores hallábamos bases en la filosofía, mixeábamos (así dijo y en quinta persona) con historia y ficción, ¡pero el éxito está en La Plástica! Sí, su paraíso no es más que una cloaca repleta de tetas negras chupadas, zombi retardado te sorbieron el pito y ahora te vienes encima de pura novela contemporánea. Me zumba verlo en mi cocina, no puedo evitar la comezón en la nuca, apago y prendo mi encendedor, lo apago, lo prendo, lo mantengo encendido mientras comienza a arderme el pulgar. Lleva dos horas centrado en el mismo tema: La Plástica: Ninguno. Ojalá Dios apareciera y dijera: Hijo, he aquí verdad, vida y literatura. He aquí yo, yo soy literatura. Entonces se lo llevaría arrastrando y una procesión alegre de gusanos restablecería el orden natural, no me molestaría entonces tenerlo en casa. Porque hay una mujer que escribe en los museos, recalca por tercera vez. ¿Cómo no paga su boleto de trolebús y se larga a visitar museos? No digo nada. Me visualizo fastidiadísima a poca luz, sentada en el calabozo de Miguel Hidalgo, terminando mi cuento con un ejército trigarantemente pálido, que usa escapularios y paliacates rojos.


Sigue hablando, devorando noche y agua mineral. Vendría bien salir a la tienda, con él, para perderlo. Junto a la puerta está Cecil, medio dormida, oliendo Fahrenheit 451. Su nueva técnica aleatoria de lectura consiste en hojear al azar hasta terminar con cada página: el orden de los factores no altera el producto. Habrá que ver. Lleva tres semanas sin poder dar con las 174. Allí viene otra vez, sí La Plástica, la página con muchas efes al inicio de donde toma fotografías y se inspira. ffffound. Yo quise hacer como Cécil, pero mi mamá me regaló el Misal Católico, ¡versión religiosa de un cuento para cada día! me gusta. ¡Necesitamos conocer pintores! Válgame el cielo, sí, y de paso darle paro a ésta cocina. Mira la humedad arriba del refri, parece respirar, reventará y caerá una enorme gorda, lonjas versus congelador, no, mejor contra él, una caída libre le sacará dos tres dientes que rebotarán en mi pie y sirve se los ofrezco al ratón. A ver si con lo que deja alcanzo para la renta, para tener guaruras y evitar éstos meandros, para comprarle un oso gigante, más que el de Borat, a Manuel, u otro refri menos chillón. Recuerdo una caricatura donde un pingüino pequeñitito apagaba y prendía la luz del refrigerador cada que era necesario. Si Dios está en todas partes debería encargarse de esa tarea. Aunque si fuera cierto… ¿O no sientes que traes las ganas de escribir por dentro? ¡Allí me para éste idiota faldero! Si yo por dentro nomás siento ganas de coger y matar, o viceversa. ¡Llévatelo señor! Una cosa es escucharlo y otra encima tener que responder. Deberías tú Dios, ser visible, venir desde el principio como la nariz o las orejas, al menos podemos tocarlas, sentirlas, acariciarlas, lamerlas. Según los últimos estudios de la universidad. Ay ay ay… Pero no, tenías que ponerte mamón, como éste wey, por eso te crucificaron cuando viniste y yo sin un clavo. Qué digo, ando de mal en peor, primero hablando con éste pendejo y ahora contigo. Aunque tienes comprensiones más elevadas hacia mí que yo. Dios, Yahvé ¡en todas partes! con miles de micrófonos ocultos, quizá de allí deriven mis paranoias, serías gobierno nazi, el sicólogo puede saberlo y me hace pagar años para después decirme, su problema definitivamente es Dios, específicamente, un tal Padre, Hijo y Espìritu Santo. Desvarìo, reconozco que, si estuvieras en todas partes, así lo que se dice omnipresente, señor monopolizador de lugares y tiempos y dimensiones y programas, serías Mr. Twitter, Mr. Facebook. Las alarmas de los carros sonarían incesantemente, los excusados del cine correrían día y noche, los focos que prenden automáticamente nunca se apagarían, y por supuesto, wall mart tendría siempre las puertas automáticas abiertas. No te digo, no andas en cada rincón. Èl lo prometió donde hay dos o tres. Falso. Silencio externo, la estática soy yo, años echados a la basura por el clin clin, que suena cada vez que alguien entra a una tienda y no suena siempre porque Dios, no está. Ni una oreja celestial o terrenal para mí y el plástico. Mejor me tomo uno directo, sin agua. Salud.