viernes, febrero 27, 2009
martes, febrero 17, 2009
Mis lunes mudos Me se la lengua traba cuando apareces, me agarras de improviso con la mente ocupada y las manos embarradas de letras que intento acomodar; apareces así nomás cada lunes desde hace tres meses y no he aprendido a esperarte. No termino de sacar la cabeza del cuaderno cuando ya te sentaste y prendiste uno de mis tabacos. ¡Bonita! besas mi mejilla sin compasión, no tomas en cuenta que elevas mi pulso, estar al aire libre no me hace ajena al pánico: CLAUSTROFOBIA, así defino tenerte tan cerca, se me va la respiración en lentas caracolas que atraen los árboles hacia la mesa, las banquetas se achican, el cucú resuena tan fuerte que siento como el corazón y el graznido de las palomas pueden derribar los alrededores y todavía esperas escucharme, ¿qué diga qué? ¿hola? ¿buenas tardes? no hago ni pío, toso, intento simular que mis nervios son mera indiferencia. Estoy bien, sí, ¿y tú? ajá, me miras con esos ojos que parece nunca abres, es como si el sol diera siempre sobre los parpados que como conchas tiernas llevas puestos, me trabo, sonríes, preguntas si terminé mi artículo, ¿escribiste algo más?, léemelo. Yo siempre recibo de buena gana a los escuchas pero hoy me rehúso, temo, sudo de horror al pensar en abrir mi cuaderno, mostrarte mi letra agachada, dislexia múltiple, falta de ritmo, entonación, coherencia enjutada como mis labios que desean pegaditos los tuyos y me pongo idiota, olvido cualquier tema, pierdo mi habitual sarcasmo, olvido el libro de los pájaros que hallé hoy en el anaquel de la biblioteca con unas letras doradas en la portada, hay tres tipos de plumas y pensé contártelo cuando lo leí, pensé en ti porque escuchas atento y además las aves son mágicas, las plumas son de keratina y pueden regenerarse en dos meses, las golondrinas viajan de noche, y cuando logro explicarte las tres principales rutas de migración se me olvida lo demás, los patos, terodáctilos, dejo de pensar en el búho blanco cuando acaricias tu cabello, escuchas; eso me pone más nerviosa, no recuerdo nada, no puedo contarte que compré nuevos colores, cambié dos libros, terminé a Sartre y Beauvoir y Bovary; vendí a Camus y Flaubert decía que los artistas siempre prenden una vela al diablo y una al demonio… necesitan ser desvergonzados para excitar la imaginación… pero me perdí en tus mejillas, se ven mejor sin barba; y preguntas cómo se pronuncia Beauvoir y mientras torpemente miro tu boca, explico que laaa primera be con los labios para afuera, la segunda para adentro y siento como me sonrojo porque imaginé tu lengua, te acercas, me asusto, pierdo la serenidad, tiemblo, muero, me empino rápido la cerveza aprovechando que se acerca Joaquín, el niño de los mazapanes, rápido nos abraza, respiro asustada con el corazón en chinga. Fuf. Es un buen lunes, que coincidencia, ajá, Donde ande si es lunes me encuentras, puedo estar en el parque y me salpicas con agua de fuente, saltas de entre las plantas de la biblioteca, pasas mientras cruzo cualquier calle, saco copias o compro cigarros… y qué.. la verdad me empezaba a preocupar que dieran las ocho y no te había visto, quería decirte de las aves y la diferencia entre los huesos del brazo humano y sus alas que son tres principalmente, pero no lo dije, y también pude decir que enfermé, terminé las correcciones para el libro, la exposición, pero no. doy un trago a mi cerveza, me quedo inmóvil y tu pacífico cantas con Joaquín que se sienta para cenar con nosotros, y rio y sudo y espero y juro que recuperaré el habla para otro lunes. |
domingo, febrero 01, 2009
A veces no queda sino luz de monitor, Bandeja de Entrada (51); y vacilo en dar clic para poder negar mi soledad y pasar desapercibidos los 51 correos que seguramente son basura sin remitente preferencial. Quito la mano del maus y contengo la angustia, ya nadie me escribe, clic o no clic, es como estar a un botón de que te echen en cara tu insignificancia, que te lean el presente; ese es el tiempo que más duele porque siempre está. Pasado y futuro se olvidan, idealizan o reconstruyen, pero cuando la soledad se conjuga en presente cala de a madres y sueltas el maus, decides no seguir para imaginar palabras que nunca llegan, porque nadie se preocupa por acomodarlas o inventarlas para ti. Y si alguien escribió no sabré, a la mejor se arrepintieron de negarme el trabajo, alguien mandó saludos o pregunta por mi operación. No. Estoy segura de que la correspondencia es algo viejo, los “cómo estás” se reciben y dan por compromiso, se extinguieron las cartas, telegramas insomniales, risas personalizadas, abrazos, mitos que me revelaban verdades y mentiras dolorosas, obscenidades y algunas manías religiosas. Mail para la señorita del sombreritongo rojo, comí un sándwich con frijoles y queso, perseguí un gallo en el Tec, salí temprano… Narrar un te amo, diarreas, puestas de sol, urticaria, sentimientos, juegos y versos era imprescindible, contar una vida real o imaginaria a otro y que èste se interesara era importante, me hacìa feliz, mis anècdotas valìan al ser leìdas. Enviar era como existir y podré sonar débil, frágil o hasta vouyerista, pero algunos como Sartre creen en la extrema semejanza entre una vida narrada y una vivida. Leer, releer garabatos y colocarse algún sentimiento, sentirse poeta o filósofo. Pero párrafos y versos se quedaron atrás o yo me quedé allá y siguieron avanzando, largaron a un sitio donde yo no tengo acceso. Eran una o dos cartas por semana, mis favoritos eran esos de Sin Asunto, los que no tenían qué decir y contaban lo demás. Ahora mi buzón se llena de comunicados con fanfarronadas políticas, promociones, invitaciones a realidades alternas donde se juegan carreras de ego entre fotos y número de comentarios, hasta hice un blog para sentir que era leída cuando ya nadie escribió. Hasta hice un blog. Pero ¿de qué te sirven dos comentarios? Obviamente no funciona, no se pone el todo, no existe de antemano la complicidad, el juego honesto de dos o hasta cinco, la intimidad. Bandeja de Entrada 51, 18, 29, 136, los números no importan, el silencio siempre es el mismo.
lunes, enero 12, 2009
sábado, diciembre 27, 2008
.Campo Minado. Dicen que sólo el miedo puede cortarle los cuernos a un diablo, ni el arrepentimiento, moral, conciencia o eso que llaman religión consigue triturar sus cuernitos. Y pasa, el miedo de buenas a primeras te hace saber en un cuerpo con condición de indigente. Eso al contrario de lo que dicen le ocurrió a Rumná, perverso treintón de barbas negrísimas. Cerrado por fuera como quien vaga sin reconocerse en su propia tribu, marchó sin despedirse con una bolsa de plástico bajo el brazo izquierdo. Sí el izquierdo, porque es el único que le queda. Andar en campo minado acaba con el cuerpo, nervios y alma; y lo vale, dice Rumná mientras cepilla su barba con un delgado peine. Él te mira fijo y aconseja que te quedes entre las minas buscando un amor, sufriendo las mutilaciones de quereres no correspondidos, la desilusión de creer que la explosión es inminente y nada; perder ojos, labios, andar flotando estupefacto sin un solo pie con el pecho destrozado. La enfermedad viene de la soledad que nos enseñan, y el dolor siempre precede a la auténtica sanación. Sólo vagando hallarás la mina que una vez él tuvo. Aunque me quede con el puritito pecho volveré a buscar, chillonea Rumná. ¿Qué más da dejar caer la cola y los cuernos? Siempre conviene buscar el amor en este campo minado, donde con un poco de suerte explotarás al pisar una estrella. |
jueves, diciembre 18, 2008
Soñé la locura. Con tres dientes enteros y uno a la mitad, el viejo Mago alza su capa ante cualquiera que pase por la calle antes del amanecer. Bailotea torpe en sus delgadas piernas frente a la carreta que lleva impreso su nombre con letras doradas. ¡El nombre es para los simples! y la señora que pasa se queda mirando, saca una moneda dorada de su delantal y la ofrece al anciano. Nadie compra sin vender después, sube temblando al cuarto mohoso, repleto de objetos chinos, hojas de manos a carbón, tinta y gis rosa. Se sienta y él la envuelve en un rancio olor y misticismo. ¡Su nariz asoma por delante de todo su cuerpo! Los hombres no deben hablar a cambio de dinero, y sin embargo aconseja el rancio dandy: Recuerda que donde despiertas, no es el mismo lugar donde dormiste. |
Tengo que irme por aburrimiento. No llegó. Antes de saber le ofrecí quedarse en casa. Y hoy sé que debe estar curado, de lo contrario seguiría a mi lado. |
martes, diciembre 16, 2008
lunes, diciembre 15, 2008
martes, diciembre 09, 2008
lunes, diciembre 08, 2008
viernes, diciembre 05, 2008
...
No puedo desistir más, y si me observa un Dios verá que tengo necesidad de hacerlo. No es que no me controle, es que no puedo contener placer sin evitar disgusto. Josias. Josias comienza a desvanecer mi necesidad de reposo, guía mi silencio hacia el peso de sus ojos serenos. No encuentro más jugoso manjar, ni el arte ni el fuego, es una deleitante criatura de cuerpo recto, piel blanca, aliento dulce, cuello de miel… Josias… estoy a punto de entrar en trance y mientras imagino su doble boca la idea se hace real entre mis manossszzss...
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jueves, diciembre 04, 2008
sábado, noviembre 29, 2008
El pollo y la trenza. Su última intención era vender la trenza de quien tanto amó, pero el hambre también devora a los poetas luego de semanas sin bocado. Agua por las tardes, noches, madrugadas, ni un trozo de pan, jamón o queso; sólo agua y esas pastillas que adelgazan cada vez más el fajo de dinero bajo el colchón. Pensó en gastar lo del medicamento en unas papas, cocerlas con sal y robar una barra de mantequilla, pero ¿y los delirios? Durante unos instantes permaneció afuera de la tienda con el billete arrugado dentro de su puño, miró los pollos girar con sus carnes jugosas, la grasa era un líquido luminoso que le hacia producir increíbles cantidades de saliva, el olor… ¿Le puedo ayudar en algo? Dijo en tono sarcástico la cajera de treinta y maquillaje pastoso. Y no la miró, sino que simplemente pensó en las noches sin dormir, la ansiedad resecando su piel, pero ese pollo, el estómago lleno, un eructo. ¿Hace cuánto no soltaba un ruidazo por la boca?, esos días de sentirse satisfecho y dejar la mitad del plato lleno no volverán, con ella se fueron los anhelos, la sopa, y sólo quedaron el hambre y su trenza. La trenza… su última intención era vender la trenza de quien tanto amó, pero podría juntar diez de los grandes, tener el medicamento, pollo, sopa, leche, uno o dos eructos diarios; ella hubiera querido eso, aún en vida se hubiese cortado el cabello de ser preciso, solía decir que nunca hay que descuidar cuerpo y espíritu por banalidades. Era inútil, sentía romperse los sesos y ya iban a dar las seis, guardó el cabello en un maletín y se dirigió al mercado a vender la pieza. Casi dos metros eran el largo, y un resplandor inigualable, el olor aún seguía: diez de los grandes le dieron y compró tres pollos. El banquete lo extrajo por instantes, sacudió el mantel roído, colocó los tres pollos en hilera recta frente a sí y con las manos comenzó a devorarlos uno por uno. Al tercer pollo y sexto eructo agradeció la existencia de la trenza y pensó qué podría hacer si vendiese nuevamente a su mujer; tal y como lo hizo cuando estaba viva y él comenzó con los delirios. |
miércoles, noviembre 26, 2008
lunes, noviembre 24, 2008
jueves, noviembre 20, 2008
jueves, noviembre 13, 2008

Vino de arriba para contemplar el todo desde abajo, escondió su piel ámbar con una capa gruesa que le cubría hasta los zapatos roídos. Taciturna, delgada, frágil como ala de insecto que vive del néctar que absorbe de las flores. En la aldea todos le apodaron la bruja que robó la luna, del astro no se supo nada desde su arribo a las calles agrietadas del lugar. ¡Es ella la que apagó el cielo!, canturreaban en círculo los chiquillos cada vez que salía de su choza para recolectar aullidos en bolsas de plástico.
Mujer, era una mujer que sobrevivía de pan y luz que daban por trabajar en la fábrica de quinqués. El turno nocturno era evidente en las líneas violeta alrededor de sus ojos y en su bajo peso. ¡A limpiar el pasillo! gritaba el jefe cada 28 días que dejaba espesos charcos de miel tras su paso. Le escurría el dulce por el abrigo, su olor es digno decir, era de una fémina en celo con ansias de ser admirada y seducida.
Una noche nadie le vio más, su tarjeta de entrada y salida de la fábrica quedó suspendida en un 5:45, desapareció el viernes 14 de noviembre. Su casa fue ocupada por un astrónomo ciego, amante de los garabatos cósmicos. Dicen las lenguas y libros, que en la cuarta semana la luna llena volvió a brillar. El cielo que fue un interminable suspiro oscuro se vio iluminado con luces intensas que sorprendieron a infantes y animales, los hombres maduros se quedaron atónitos, y el astrónomo murió envuelto en un torbellino de sonidos. En medio del estallido de millares de bolsas de plástico, los aullidos volaron y celebraron el regreso de Selene al cielo.
puso un anuncio:
Se busca hombre
que me volteé de cabeza.
Para burlar la violencia,
miedo, tristeza, e impotencia,
yo sólo pido
que me pongas pies pa´ arriba.
Voltéame
gírame despacio
tapa mis oídos
protégeme de la venganza ajena.
Vira mi cuerpo entero
porfavor.
Para que por un segundo parezca
que el mundo dejó de andar al revés.
martes, noviembre 11, 2008
.El hombre de la guitarra. Llevas medio día caminando descalzo por la brecha del río, el agua trenzada con millones de preguntas fluye en cualquier sentido y casi llegando a la orilla del planeta que te sostiene, se eleva en una cascada que escupe signos e insectos al espacio. La corriente va rápido, puedes mirar las palabras ir y venir, una antes que diez, veinte, setenta, y otras después de una. Van de izquierda a derecha y al revés, los signos se alejan colina arriba, abajo, sin percatarse del norte, sur, este y oeste; saltan, mojan rodillas, narices frías y acarician tus dedos empapados sin respuesta. En lo que debiera ser lo alto en la tierra, puedes ver un ave rechoncha de papel pecho amarillo. Se desliza por el cielo arrastrándose ligeramente en el humo obscuro de un cielo-agujero que cambia su horizonte cada siete parpadeos. Por ello te has arrancado las pestañas y exprimido el agua de los ojos, tanto lloraste hasta secarlos que olvidaste parpadear; y así fue, el horizonte no se moverá en años. Huele a nubes… Te percatas cuando tu estómago suena y emite sonidos parecidos al hambre. Escuchas deliciosas notas y sales del río aun con algunas preguntas enredadas entre los dedos, corres por el esponjoso césped color mostaza y sigues el olor; esquivas los árboles de lámina que contonean sus copas, revientas algunas piedras viscosas que se atraviesan en tu camino y saludas acordeones con ojos que descansan en sillas de tres patas. A unos metros de Él te detienes intempestivamente, aspiras su olor y lo contemplas en trance con su guitarra. Te recibe con voz de ave en las manos, un hilo de vapor juega entre sus dedos, resbala por las muñecas, lo envuelve lento y desenvuelve en figuras que evocan dioses reales de papel maché y mermelada. Sus labios enrojecen cuando los muerde al ritmo de cada nota, el viento se contagia y el carmín inunda la noche. Bailan mis sentidos hacia ti, revuelvo tus cabellos que flotan buscando gravedad. De nuevo tu estómago grrlhpp… creíste haber terminado con el hambre y que ibas a saciarte con sólo verle, grrlhpp… aún está allí. Te acercas más y suspiras sobre su hombro, abrazándolo por detrás. Y aunque no estás allí físicamente, sino que lo haces sentada desde el rincón donde lo escuchas, siente tu sonrisa que rebota en su mirada cómplice de luna al revés. Los listones melódicos ya no sólo salen de sus dedos, sino del cuerpo entero que pareciera sudar música, acaricia cada poro y enchina la piel. Luce extasiado entre el humo de sus notas, se entrelaza con el ritmo y moldea estrellas fugaces que emigran en forma de enanas explosiones. Como en un beso devoras el primer astro. Te mira, te estremeces, y de pronto son tantas las luces que flotan alrededor que dejas de comerlas. Acarician tu cuerpo, se absorben por la piel, sonrojan las mejillas y despierta tu vientre. Tomas las estrellas, las miras, acaricias, pisas, respiras, y cada que lo haces se multiplican. El planeta pareciera a lo lejos una enorme manzana con pecas brillantes. Los cuerpos chocan y se encienden, de los astros brota un tenue naranja que se transforma en rojo- violeta que sabe a miel. La atmósfera se humedece con las mareas que ahora suplantan todo lo que existía antes de verlo tocar de tan cerca, las olas no perturban su cuerpo alto, altísimo y delgado, dan volteretas que transforman la tierra, agua, aire y fuego en cada rincón. Se responden las preguntas, las copas caen de los árboles y devoran las armónicas, los troncos dan una cuarta pata a las sillas, sus labios y dedos anuncian que dentro del uniforme caos de la noche, nacerá un nuevo sol con alas de ave. |
viernes, noviembre 07, 2008
...El naranjo sin sal. Con las semanas subió la marea en sus ojos, la soledad como la luna le permitía desbordarse sin control y mojar la sala, cojines, libros y su delantal. Bastaba sentir que no había nadie más en casa para dejar correr sensaciones que lastiman el pecho y quiebran la voz. El mañana dejó de reflejarse en su espejo y al contrario de meses atrás, detestaba mirase y al instante quedarse de rodillas sobre el piso, buscando consuelo en la oración. Consuelo de idiotas decía su padre, no alivia, calma un rato y desaparece de la misma forma que llegó. Era su vida un húmedo ir y venir, saló el piso, las flores, incluso las comidas que preparaba eran agrias y pastosas. El llanto remplazó pronto la razón, y no hacía más que sentarse bajo el enorme naranjo a orilla del monte. Quiso dormir y ser árbol de hojas verdes en verano, doradas en otoño y permanecer desnuda en invierno. Esa tarde al regresar con los ojos habitualmente hinchados, pidió a él que apretara la cuerda. La miró y sin siquiera preguntar por sus ojeras y ese salado perfume, ató un fuerte nudo, imaginó que era para cargar la cesta repleta de naranjas, pensó en que la semana siguiente tendrían olor a mermelada perfumando el ambiente, pays, envasados. Naranja. Era un nudo y eso qué, creyó que sólo era un nudo y nunca imaginó que hubiese más, hasta que ella ya no estaba allí, dejó su delantal y sus pies, que seguían colgando luego de una semana. Ya no estaba. Sólo quedó una naranja que rodó por su mano y lanzó para aplastar galaxias de agua que ella creó, que brotaron de sus ojos para inundar otras tierras. |
jueves, noviembre 06, 2008
domingo, octubre 26, 2008
sábado, octubre 25, 2008
no hubo más opción hermanos míos
seamos caritativos con el alma necesitada.
El más galante, cortés, sensible, y perverso hombre que yo he tenido vino oportunamente a darme consuelo. Mientras nos tumbamos en el sillón recita inverosímiles moralidades, sus bellos desfiguros no permiten pensamiento que ose desacatar sus des-ordenes. Mira mi cuello, lo retuerce con alegría maligna, ¡qué locura, qué delicia de pecado!, lo sostiene con la mano entera al tiempo que suelta el bastón y levanta mi vestido, me llama Lucrecia, me muerde, y su mano recorre sagazmente mi entrepierna, sube fuerte y sin soltar mi cuello respira agitado, Lucrecia ¿quieres jugar conmigo?, me invita a simular que tengo doce años y él una caja entera de galletas. Jugamos, juega y pierde a Lucrecia, la pierdo a mitad de un respiro preorgásmico.
jueves, octubre 23, 2008
miércoles, octubre 22, 2008
lunes, octubre 20, 2008
Acaricia suave sin dejar de mirarme como cuando estamos solos. Te veo rodeado y me siento rodeada de cuerpos que como moscas deben ser espantadas. En tu nombre me quito los deseos momentáneos, roces, necesidades. Me dejo ir completa sobre este papel que sólo se lee en nuestra soledad, compañía y esperanza.
viernes, octubre 17, 2008
El olor de canela apresuró mi cuerpo a la cocina, tomé la bata y sentí el aroma en mi nariz, garganta, estómago; tomé la taza y bebí el café con olor seco y dulce. Afuera un ave canta, pareciera que los pulmones abarcan la totalidad de su pequeño cuerpo rojo, al aspirar se infla desmesuradamente; su canto toma su cuerpo y el aire que en él estaba. Ave de un color y mil tonalidades, despréndete y dile al gato que vuelva a casa.
jueves, octubre 09, 2008
viernes, octubre 03, 2008
martes, septiembre 30, 2008
Recién salió de otra crisis, y aún adormilada por los químicos la tenían por absuelta de los pecados que emergen del mucho sentir. Enfermedad, así la llamaban los doctores para apiadarse de su estado mental. La voltean sin pedir permiso y mientras dos sostienen sus muñecas, otro inyecta el sedante sin avisar que dolerá mucho, bastante, todo. Jalan la explosión cósmica que se derrama dentro, ciegan la pasión y roban la necesidad de fornicar por mero placer, por la obligación que surge del simple hecho de ser mujer. Sangran su nariz y boca, exprimen el sentir y duermen con sedantes su naturaleza. Duermen, no hay palabra más exacta para la labor de aquellos que con medicamento pretenden erradicar cualquier síntoma “anormal”, ella lo sabe, los deseos, las necesidades y el ansia que los mueve volverán. Esos ojos hoy muertos habrán de resucitar con centenares de sensaciones que quisieron aplacar, se iluminará su cuerpo en medio de un orgásmico big bang que culminará llevándola a otro sitio, donde emergerá como un inmenso ave asceta.
viernes, septiembre 19, 2008
La doctora quiere que vuelva con mi terapeuta dos veces por semana. Enumerar mis anhelos, recuerdos olvidados y moquear un rato si es preciso. Los ataques volvieron a instalar su rutina en mí, se nota a través de mis ojos y peso perdido que de nuevo hay que ir por ayuda profesional.
No creo en hadas ni sicólogos que curen, pero es la única manera se seguir con la caja de medicamentos en el buró, de no quedarme hipnotizada tres días sin comer, buscándome en la sopa recalentada de la semana pasada. Cinco inyecciones, todas en la misma nalga; un moretón físico que refleja a la muerte que siempre anda tras de mi jalándome lento de la realidad, como en un sueño, sólo que esta vez no la veo y sólo mi cuerpo le siente, se seca, se llena de soriasis, mientras la mente me aleja del todo a la nada, de la nada al todo, en un permanente existir nihilista.