martes, septiembre 30, 2008

El pájaro asceta.
Sus ojos lloraban y pedían que le hicieran el amor como a un animal. No era ella la que se convulsionaba en quereres erráticos que emanaban del instinto, era alguien más en su cuerpo sediento, ansioso de ser estrujado sin tanta formalidad. Lucía hermosa con la mueca rojiza, mejillas encendidas, ojeras marcadas como sombra y cabellos revueltos.

Recién salió de otra crisis, y aún adormilada por los químicos la tenían por absuelta de los pecados que emergen del mucho sentir. Enfermedad, así la llamaban los doctores para apiadarse de su estado mental. La voltean sin pedir permiso y mientras dos sostienen sus muñecas, otro inyecta el sedante sin avisar que dolerá mucho, bastante, todo. Jalan la explosión cósmica que se derrama dentro, ciegan la pasión y roban la necesidad de fornicar por mero placer, por la obligación que surge del simple hecho de ser mujer. Sangran su nariz y boca, exprimen el sentir y duermen con sedantes su naturaleza. Duermen, no hay palabra más exacta para la labor de aquellos que con medicamento pretenden erradicar cualquier síntoma “anormal”, ella lo sabe, los deseos, las necesidades y el ansia que los mueve volverán. Esos ojos hoy muertos habrán de resucitar con centenares de sensaciones que quisieron aplacar, se iluminará su cuerpo en medio de un orgásmico big bang que culminará llevándola a otro sitio, donde emergerá como un inmenso ave asceta.

viernes, septiembre 19, 2008

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A veces temo que el cuerpo no soporte los vaivenes de mi alma y mente. Los nervios matan mi piel con manchas blancas y secas: soriasis. Las piernas parecen no sostenerme y caigo de las banquetas, sillas, cama y esperanza. Ojos negros profundos acuñan mariposas nocturnas que anuncian la cercanía de la muerte. Es la mente que se apodera de mí con sus debrayes, la profunda impotencia que forma telarañas de agua en mis párpados, inunda la vida de gris, ensombrece mis mejillas que en un tiempo fueron rosadas. Sé que moriré joven por no tener un cuerpo que resista tanta obsesión y fanatismo en torno a la vida.

La doctora quiere que vuelva con mi terapeuta dos veces por semana. Enumerar mis anhelos, recuerdos olvidados y moquear un rato si es preciso. Los ataques volvieron a instalar su rutina en mí, se nota a través de mis ojos y peso perdido que de nuevo hay que ir por ayuda profesional.

No creo en hadas ni sicólogos que curen, pero es la única manera se seguir con la caja de medicamentos en el buró, de no quedarme hipnotizada tres días sin comer, buscándome en la sopa recalentada de la semana pasada. Cinco inyecciones, todas en la misma nalga; un moretón físico que refleja a la muerte que siempre anda tras de mi jalándome lento de la realidad, como en un sueño, sólo que esta vez no la veo y sólo mi cuerpo le siente, se seca, se llena de soriasis, mientras la mente me aleja del todo a la nada, de la nada al todo, en un permanente existir nihilista.

miércoles, septiembre 03, 2008

.Celos.
Siempre habla de ella. Se le cae la boca alabando su belleza, ternura, inteligencia, alegría y terquedad . Yo le detesto tanto como a esa cuando la trae en la boca, y no es que ella sea otra por eso tanta molestia; esa soy yo cuando él dice que estoy “bien”.