lunes, febrero 25, 2013



TENGO UN ROSTRO DESTRUIDO

Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y los veinticinco años mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiempo que a veces nos alcanza al trasponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida. Ese envejecimiento fue brutal. Vi cómo se apoderaba de mis rasgos uno a uno, cómo cambiaba la relación que existía entre ellos, cómo agrandaba los ojos, cómo hacía la mirada más triste, la boca más definitiva, cómo grababa la frente con grietas profundas. En lugar de horrorizarme seguí la evolución de ese envejecimiento con el interés que me hubiera tomado, por ejemplo por el desarrollo de una lectura. Sabía, también, que no me equivocaba, que un día aminoraría y emprendería su curso normal. Quienes me conocieron a los diecisiete años, en la época de mi viaje a Francia, quedaron impresionados al volver a verme, dos años después, a los diecinueve. He conservado aquel nuevo rostro. Ha sido mi rostro. Ha envejecido más, por supuesto, pero relativamente menos de lo que hubiera debido. Tengo un rostro lacerado por arrugas secas, la piel resquebrajada. No se ha deshecho como algunos rostros de rasgos finos, ha conservado los mismos contornos, pero la materia está destruida. Tengo un rostro destruido.
Marguerite Duras, El amante.

martes, febrero 19, 2013

Ideas y liguillas y chabetas





Las ideas se parecen a las liguillas y a las chabetas. Se llevan en la cabeza, se eligen individuales o por paquete. Se toman prestadas o son un obsequio de nuestra abuela que destrenza su cabello y las deja sobre el tocador.

A las liguillas y a las ideas, uno les da dos, tres, cien vueltas. A veces se enredan, entonces jalamos: ¡derecha! ¡izquierda! damos de brincos, pedimos auxilio. Algunas liguillas y chabetas se retiran antes de dormir pero otras, se dejan durante la noche hasta que su marca al día siguiente delata su existencia, como si de una idea en el sueño se tratara.

domingo, febrero 17, 2013

Hay arañas en mi cuarto





La atrapé mientras subía por la pared, le di una mosca muerta y nada sucedió. Fuera del placer de observarla y de la adrenalina generada del saber que podría picarme mientras dormía es bastante aburrido tener una araña presa: la liberé un día después.

sábado, febrero 02, 2013




...y recordar que




nada


es eterno